Diario de León

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La industria es otro misterio de León sin revelar; con una implantación al nivel de Burkina Faso, el sector crea empleo a ritmo del chachachá. En tres meses, más que todo el tejido de Texas en un quinquenio. Son datos de un organismo estatal, cociditos y servidos a gusto del consumidor. Así que no sólo los de Padilla, también el Gobierno de España está en el ajo del convertíos y creed en el evangelio, a base de añadir ceros a la derecha de las cifras que arroja la puta realidad con la que se achicharran las expectativas. Luego, que la gente aborrece a los políticos. Ellos empezaron primero. Los últimos cien mil hijos de León que hace dos años se echaron a la calle para clamar entre ruinas siguen sin recibir una respuesta. Presupuestos. Nada más. Semántica pura y cruda en León. Suposiciones de unos cuantos elementos, tomados de cien en cien, o de mil en mil. Según la urgencia que marquen el momento y la actualidad, en ese debate recurrente que envuelve cada otoño, sobre si pesan más mil millones que pueden retornar de las arcas de diezmos y tributos del bajo Pisuerga o los doscientos y pico que envía la Hacienda del Paseo de la Castellana, como ejemplo de que el padre ama a todos los hijos por igual, incluidos los más callados, los más leales, los mermados; los maltratados; los de la última fila; si son tanto cien mil euros para la periferia del Páramo como cinco millones a un chaflán en la plaza de Madrid, de la metrópoli. A base de roscos y amasar la verdad con tartas estadísticas en las que León es el Burj Khalifa y la competencia, las casas bajas de la cuarta fase de Pinilla, son capaces de inocular el sedante que no ahoga las preguntas; la más gruesa, cómo es que un solo procurador puede arrancar más inversión para Gredos que otros catorce hacia las cuatro aguas del Teleno. Los presupuestos en León son supuestos; al final, participios del verbo tragar, que se incluye en el menú de las conjeturas que nos embuten desde que tenemos memoria para contarlo. Quién sabe la de octubres que fuimos con el carretillo a la estación, a recoger los billetes que reparten los electos al anunciar con titulares el dinero virtual de las cuentas. Los presupuestos son la pastilla de la tensión que se pasa con sorbos largos de café; de cafés bien cargados.

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