Diario de León

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La semana pasada me sorprendió la noticia lanzada desde Fapas (Fondo para la Protección de los Animales Salvajes), con sede en Asturias, en la que proponía iniciar un protocolo para el traslado de osos desde la Cordillera Cantábrica a los Pirineos, donde la especie atraviesa una crítica situación. Yo no soy zoóloga, ni veterinaria ni nada que se le parezca, pero en principio me pareció una idea bastante peregrina. No fui la única. Un total de 16 entidades conservacionistas de Castilla y León, Asturias y Galicia emitieron un comunicado en el que pedían un poco de sensatez y reflexión antes de lanzar estas propuestas, sobre todo teniendo en cuenta los años de trabajo y empeño que ha supuesto la recuperación de esta especie tan emblemática en la Cordillera Cantábrica, donde por ciento, sigue estando considerada en peligro de extinción. No nos olvidemos.

La propuesta de Fapas surgió tras la muerte el pasado mes de abril en el vallde de Arán de un oso llamado Cachou, de seis años, en el que se habían depositado grandes esperanzas de cara a la recuperación de la especie pirenaica iniciada en 1996. Para llenar este vacío, la propuesta comenzaría con los osos huérfanos o malheridos, como la osa Saba capturada en Cantabria el año pasado, y que tras su recuperación se liberan en el medio natural. Ya de hacerlo, hacerlo bien. Bastantes dificultados tienen ya de por sí estos ejemplares como para encina trasladarlos a cientos de kilómetros de donde fueron rescatados. La reintroducción de estos ejemplares huérfanos pocas veces tiene éxito, aunque Saba nos está dando a todos una lección de supervivencia desde el Parque Nacional de Picos de Europa.

La Fundación Oso Pardo (FOP), que parece estar de acuerdo con esta propuesta considera que la medida también servirá para mejorar la salud genética de los ejemplares, algo que todavía está pendiente de conseguirse entre los subsectores oriental y occidental de la Cordillera Cantábrica. No corramos tanto.

En fin, que trasladar ejemplares de un territorio a otro, y de una manera tan poco sopesada, me recuerda a eso de desvestir a un santo para vestir a otro, y cuando se trata de algo tan valioso como nuestras especies emblemáticas, con seguir protegiéndolas y cuidándolas como hasta ahora, hacemos bastante.

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