Diario de León

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La erradicación de las especies invasoras que amenazan nuestra biodiversidad es una obligación de todas las administraciones implicadas en la gestión ambiental. Otra cosa muy distinta es la manera en la que debe hacerse la extracción de esas especies capaces de alterar el delicado equilibrio de nuestros ecosistemas.

Desde hace muchos años, en Castilla y León se lucha contra la imparable expansión del visón americano, práctica que por cierto se ha paralizado desde la declaración del estado de alarma lo que supone toda una amenaza para su primo hermano, el visión europeo, en serio peligro de extinción, y para otras 40 especies más entre las que se encuentra el malogrado urogallo. Se hace capturándolos con jaulas, y facilitándoles una muerte más o menos dulce, y siempre supervisada por personal veterinario, con dióxido de carbono. Pero también son muchas las martas, garduñas, e incluso zorros o cormoranes, que también pasan a mejor vida para no interferir en la conservación de otras especies en peligro de extinción. Nos gusten o no estas prácticas, lo cierto es que son necesarias dentro de los programas de conservación de esas especies más vulnerables, a las que se les trata de salvar contra natura de morir a manos, o mejor dicho, a garras de un depredador. Lo que por lo menos hay que garantizar es que esas muertes sean más o menos dignas o cuanto menos de acuerdo a lo que ahora recoge el borrador de la nueva ley de protección animal, algo que el Ayuntamiento de Madrid ha decidido saltarse a la torera en su propósito de eliminar esas cerca de once mil tórtolas que les molestan. Y es que a pesar de que para frenar esas voces que pedían indultar a ese exótico pájaro, en la retina de muchos a los que nos regalaron uno parecido de pequeños, el consistorio madrileño garantizaba una muerte dulce, varios vecinos, móvil en mano, han denunciado que los operarios municipales cerraron ayer el parque de la Fuente del Berro, en pleno barrio de Salamanca, para liarse a tiros, eso sí, de aire comprimido, contra los ejemplares que allí moraban.

Ecologistas en Acción ha tenido que recordar que esto no es el lejano oeste y que hay otros métodos mucho menos traumáticos para especies y vecinos para acabar con esta exótica amenaza.

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