Diario de León

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El pasado 5 de noviembre entró definitivamente en vigor la Ley que prohíbe la caza deportiva en los parques nacionales, entre ellos, en Picos de Europa. Se ha hecho después de una moratoria otorgada en 2014 con la que se daba un plazo de seis años para que estos territorios fueran abandonando progresivamente la caza y se fueran alcanzado acuerdos con el Estado para compensar el cese de esta actividad que hasta ahora ha supuesto importantes ingresos económicos a los propietarios de los derechos cinegéticos, que es su mayoría son las juntas vecinales. Pues ni lo uno ni lo otro. Ni se ha abandonado la caza progresivamente, ni se ha alcanzado ningún tipo de acuerdo en Picos de Europa. Nada más lejos de la realidad, ya que el cese ha sido apurando la legalidad hasta el último día sin que se haya producido un encuentro entre ayuntamientos afectados y Parques Nacionales para poner sobre la mesa una cifra que al menos sirva de punto de partida. Pero igual ya es demasiado tarde porque esta negociación se tenía que haber hecho antes de que la ley entrara en vigor, cuando había algo sobre lo que negociar, cuando había posibilidad de obtener una compensación justa a cambio de dejar de cazar, por que nadie sigue con el paraguas abierto cuando ya ha parado de llover, y menos ahora cuando el país atraviesa la peor crisis económica de su historia reciente por culpa de la pandemia. Difícilmente creo que el Estado saque la calculadora ahora que ha ganado la partida, por si acaso, desde el ministerio ya han enseñado la patita anunciado que si no se alcanzan acuerdos voluntarios se procederá a la expropiación, o lo que es lo mismo, lentejas, o las tomas o las dejas....Ojalá me equivoque y el Gobierno sea justo con Posada de Valdeón y Oseja de Sajambre, a los que no ha respetado la singularidad que les hacer ser los únicos municipios incluidos íntegramente en un parque nacional, lo que hace que se les impida llevar a cabo en su territorio, e su propiedad, actividades tan ancestrales y necesarias para ellos como la caza, no sólo como recurso económico, que lo es, sino como manera de controlar la población con la que tienen que convivir y compatibilidad su ganadería. Me temo que tenemos por delante una ardua batalla, como la que Pelayo libró en Covadonga hace 20 siglos en este territorio, pero esta vez judicial.

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