Diario de León

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Agricultoras, ganaderas, veterinarias, cocineras, costureras, amas de casa, cuidadoras, empresarias, madres, hijas, esposas, la verdad es que la denominación de mujer rural para estas heroínas anónimas se me queda un poco corta.

Da lo mismo como las llamemos, ayer fue su día internacional. En esta sociedad en la que necesitamos tener un día para darnos cuenta de la importancia de las cosas, la ONU decidió en 2008 que ya era hora de dedicar una jornada a reconocer contribución de las mujeres del campo en la promoción del desarrollo agrícola y rural, un reconocimiento que por justicia de debe remontar a varias generaciones atrás. Sólo en León, en el año 2004 se contabilizaban 207 trabajadoras agrícolas, mientras que en 2019 la cifra se elevó a las 1.352. No es que haya más, lo que pasa es que ahora son visibles, y están reconocidas a nivel laboral, social y por supuesto, tributario. Trabajo las ha costado. Antes esto era imposible, porque aunque un gran peso de las labores agrícolas de sus explotaciones cayeran sobre sus espaldas, los agricultores siempre eran ellos, pero a la hora de arrimar allí estaban ellas, trabajando en silencio y con la vista puesta en casa para que no faltara de nada a la hora de comer y para que todo estuviera en orden cuando acabara la jornada laboral o vinieran los niños de la escuela. ¿Y cómo lo hacían? En esta historia reciente que nos ha tocado vivir las cosas no siempre han sido fáciles para las mujeres, y solo a base de esfuerzo, tesón y de demostrar las cosas multiplicado por tres, hemos logrado que el empoderamiento en todos los ámbitos ya no sea una excepción, sino algo normal, que con suerte dejará de ser noticia, o de necesitar de un día señalado en el calendario para lograr el aplauso social. Pero hasta que eso ocurra celebremos cada 15 de octubre como lo que es, un homenaje a nuestras mujeres del campo, a nuestras madres, abuelas y tías del pueblo, que siempre nos demostraron que las mujeres pueden con todo lo que se propongan en cualquier ámbito. Quién las iba a decir a ellas que lo que sembraron en su día con sus largas jornadas de trabajo callado y se recoja lo que se perfila en la actualidad como uno de los más firmes salvavidas de la despoblación y el abandono de los pueblos. Porque ellas y sólo ellas, las mujeres rurales de hoy, lo conseguirán.

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