Diario de León

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La descarbonización de la economía y el impulso de los nuevos proyectos energéticos que sustenten ese nuevo proceso hacia un sistema de emisiones cero es imparable. Uno de ellos acaba de recalar en La Cabrera. Capital Energy proyecta una planta hidroeléctrica entre los municipios de Encinedo y Castrillo de la Cabrera. Las cifras del proyecto asustan. 1.115 millones de inversión, seis años para su construcción, 900 obreros, 2.500 empleos indirectos, 30 después de acabadas las obras, casi diez millones de euros anuales en impuestos sobre el territorio....Para muchos pinta bien pero hay que tener en cuenta otro tipo de datos que asustan, mucho y más, desde el punto de vista ambiental. La construcción de una presa de 50 metros de altura y un ancho en coronación de 170 metros, con una presa con una capacidad útil de 6.710.000 m³, más grande que la de Villagatón, y que ocupará una superficie de 44 hectáreas, unos 44 campos de fútbol, uno tras otro. Todo para producir Son capaces de producir casi 5.120 GWh anuales.

El precio es alto para cualquier territorio, sobre todo en uno que tiene tantas figuras de protección como La Cabrera, y lugar que trata de levantar continuamente la cabeza después de décadas maltratados por los incendios, la contaminación de las pizarreras y la desidia administrativa. Son muchas las voces que se han alzado contra este proyecto por el daño ambiental que puede acarrear, voces que vienen de grupos ecologistas desde muchos y variados puntos del país que mirar a La Cabrera como reducto que no se puede tocar y que hay que preservar como joya natural que es. Pero. ¿qué quieren las gentes de La Cabrera?. Nos guste o no la transición energética en la que irremediablemente estamos inmersos tiene un precio, un precio que tienen que decidir los implicados si quieren pagar o no y a cambio de qué. Quienes somos el resto para decidir si La Cabrera tiene que seguir esperando por los siglos de los siglos su momento, o si debe cerrar los ojos y sumarse a la nueva industria energética de la que vamos a depender todos. Sea lo que sea la decisión es suya, ni de los político, ni de los ecologistas, ni de la opinión pública. Ellos deciden cómo quieren vivir, porque La Cabrera es soberana.

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