Diario de León

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Ciertamente son pocas las lecturas positivas que se pueden hacer de una situación tan grave y complicada como la que estamos viviendo, pero lo vamos a intentar. A parte de las incontables muestras de solidaridad y reconfortantes historias de superación que durante estos días de reclusión _vamos a cambiar la palabra forzada por la de responsable_ nos levantan el ánimo y nos reconcilian en parte con el ser humano, hay otra pequeña gran ventaja en esta trágica situación sobre la que merece la pena reflexionar. El freno en seco que el estado de alarma dictado el sábado está suponiendo para nuestras vidas está dando un pequeño gran respiro al medio ambiente que nos da una idea de en qué medida nuestra actividad diarias, nuestros desplazamientos y nuestras costumbres condicionan nuestro entorno. Yo vivo en una de las calles más ruidosas de la ciudad, tanto por el bullicio de la gente como por el tráfico que soporta, y estos días hemos cambiado esa banda sonora de ciudad por un silencio inmóvil, quieto y preocupante, a veces aderezado por el canto de algún pajarín que en otras circunstancias jamás apreciaríamos. En estado de gracia está también la fauna silvestre que se va a librar estos días del plomo de los cazadores a los que se ha prohibido la actividad, también la pesca. Menos mal que la Junta, presionada por el aluvión de críticas _estoy siendo suave_ que le ha caído en las redes sociales, ha reculado en su decisión de autorizar controles poblacionales de hasta cuatro personas para cazar conejos, como si ellos fueran una amenaza de magnitud mundial en estos momentos. Eso de #QuedateEnCasa, como que no va con ellos.

El Covid-19 también ha conseguido en menos de una semana lo que ninguna medida política ha conseguido en meses. Reducir la contaminación de las ciudades y el efecto invernadero con el que los coches y la actividad industrial contribuye al cambio climático. Hasta un cincuenta por ciento se ha reducido la polución en ciudades como Madrid y Barcelona. Esto supone que las veces que estos días salimos a la ventana o a los balcones respiramos un aire más limpio que nunca. De todos modos, prefiero contener la respiración, y desear con todas mis fuerzas que todo esto pase rápido, ya que este precio por un medio ambiente más limpio es demasiado alto, es inhumano e inasumible. Hasta aquí llegó mi valoración positiva.

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