Diario de León

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La reciente cumbre del clima ha puesto sobre la mesa los grandes retos medioambientales a los que nos enfrentamos en el año que estamos a punto de estrenar. Inmersos por completo en la llamada transición ecológica son cada vez mayores las piedras que nos van surgiendo hacia ese camino hacia una economía verde. Pero hablemos de los retos que más directamente nos afectan.

El primero de esos retos no es otro que bajar las emisiones de carbono, lo que no solo va a suponer cambios en nuestra movilidad, sino en la concepción de nuestras ciudades. La mayor parte de ellas preparan para este 2023 ambiciosos planes urbanísticos para restringir la circulación en las zonas más céntricas y así reducir las emisiones, algo para lo que muchas de ellas no están preparadas por la falta de aparcamientos disuasorios, medios públicos de transporte o puntos de carga para incentivar la adquisición de vehículos eléctricos o híbridos.

Otro de los retos, a parte de la lucha contra el cambio climático o contra la pérdida de biodiversidad, es el impulso de las energías renovables a nivel local, algo que se vislumbra complicado. Todos tenemos claro, como país, que no queremos ser dependientes energéticamente hablando de otros países, sobre todo tendiendo en cuenta como está el panorama internacional con la guerra de Ucrania. Tampoco podemos seguir dependiendo de las energías fósiles que suponen una amenaza para nuestro medio ambiente y que nos tienen sumidos en una constante montaña rusa de precios que se disparan. El problema es que el impulso de las renovables se está encontrando con múltiples problemas. Todos queremos energía verde, y queremos pagar un precio razonable por esa energía, pero nadie queremos una planta fotovoltaica en nuestro pueblo, con esos horrorosos y antiestéticos paneles solares, ni queremos que los aerogeneradores estropeen nuestros paisajes, ni queremos más balsas ni presas para generar energía hidroeléctrica. A lo que voy, que el precio medio ambiental para ser sostenibles parece alto, y no todo el mundo lo ve suficientemente claro a eso de desvestir un santo para vestir otro. Por último, la gestión del agua no se presenta fácil, ya que la modernización de los regadíos nos plantea destinar cada vez más recursos hídricos para ahorrar más agua. Nuevos y complicados retos para 2023.

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