Diario de León

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El otro día leí un articulo de opinión publicado por el Fondo para la Protección de los Animales Salvajes (Fapas), del que me declaro una gran seguidora por la sensatez y la cordura que aportan a esta locura en la que se ha convertido el ecologismo de «conmigo o contra mí», que me pareció muy revelador. Ante la preocupación que hay ahora en el sector ganadero asturiano ante la nueva gran amenaza que acecha a sus explotaciones, el tejón, Fapas lanza una reflexión que merece la pena hacerse. Todo lo que no sean vacas u ovejas es una plaga, vaya que molesta, que hay que erradicarlo. Esta reflexión puede trasladarse al resto de fauna silvestre que ahora está en el punto de mira y que su presencia es constantemente cuestionada por los lobbies ganaderos y la propia administración en defensa del mundo rural. Lobos, osos, zorros, topillos, jabalíes, conejos....cuando son más de uno y hacen lo que han hecho toda la vida, sobrevivir, son plaga, molestan y hay que erradicarlos. Como si el mundo rural ese al que dicen defender no supiera gestionar sus propias amenazas, como si la naturaleza necesitara que la gestionaran desde los despachos para garantizar su permanencia en este loco mundo.

Las mejores herramientas de gestión de especies son las propias especies. Hay que dejar actuar a la naturaleza, que es muy sabia, más que nosotros, y dejar que la cadena trófica haga el resto. Tampoco hay que infravalorar al sector ganadero que desde tiempos inmemoriales se las ha tenido que entender con la fauna, y que tiene herramientas de sobra para hacerlo. Todo en bandeja ahora no puede ser, y controlar todo desde el móvil tampoco. Porque además, como bien recuerda Fapas, el mundo silvestre tiene también cosas de las que defenderse. No hay que olvidar que son víctimas de la tuberculosis, enfermedad introducida en la naturaleza a partir del ganado doméstico, de su mal manejo, cuidado y nulo criterio de transporte de unas regiones a otras. ¿Quien defiende entonces a la fauna silvestre de nosotros? La caza, los controles poblacionales sin criterio, las infraestructuras eléctricas, las carreteras, las enfermedades, el tráfico...Ellos también necesitan protección, protección de nosotros mismos.

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