Diario de León

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Esta semana nos hemos sobrecogido con la historia de este lobezno con cara de pispo que la Guardia Civil de Villablino rescató en Abelgas de Luna y que horas más tarde fallecía en el Centro de Recuperación de Animales Silvestres (Cras) de Valladolid. Llama la atención que, según la nota remitida por la Subdelegación del Gobierno en León, el animalillo estuviera en buenas condiciones cuando fue recogido hasta el punto de que los agentes no dudaron en sacarse fotos con él y grabar un vídeo en que se veía como inquieto trataba de buscar una salida a su cautiverio, y que tras su muerte los veterinarios de la Junta explicaran que llegó en pésimas condiciones a sus instalaciones, deshidratado y con heridas en sus patas. Por desgracia, esta historia me recuerda demasiado a la de Jimena, la osita rescatada en 2012 en el Alto Sil y que falleció durante su traslado del Cras de Burgos, donde estuvo seis meses recuperándose, a Riaño donde iba a ser liberada.

Jamás dudarían del trato que en estos centros se dan a los animales que llegan a su cargo. En ellos trabajan buenos profesionales que aman a los animales y que dedican su vida a salvarlos, pero considero que las cosas se pueden hacer mejor, de otra manera, y no me refiero a ellos, estoy mirando más arriba.

El lobín pudo morir por muchos motivos, por el estrés de verse encerrado, o sencillamente por la inanición a la que le empujó la enorme tristeza de verse sin su mamá o sus hermanitos de manada que puede que, y ojalá me equivoque, hayan sido carne de cañón de algún furtivo, porque una madre loba jamás deja solos a sus cachorros.

Lo que no se entiende es que tenga que ser trasladado a 140 kilómetros, o 165 en el caso de Jimena , para ser atendidos. No se entiende que en Valladolid, Burgos y Segovia tengan centros de recuperación, y Zamora y Salamanca centros de recepción de animales silvestres, y León, con toda la biodiversidad que atesora, no tenga ninguna instalación para atender de manera oficial a su fauna. Y es que está demostrado, que a los animales de la Cordillera Cantábrica no les sientan bien estos traslados forzosos, lejos de su hábitat, de sus condiciones ambientales, lejos de su hogar, porque cada vez que se les mueve de esta manera se dejan el corazón, y sin corazón ¿quién puede sobrevivir?.

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