Diario de León

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«Cualquier privación en los bienes y derechos patrimoniales, en particular sobre usos y aprovechamientos reconocidos en el interior de un parque nacional en el momento de su declaración, así como cualquier limitación en el ejercicio de los mencionados derechos que el titular no tenga el deber jurídico de soportar, será objeto de indemnización a sus titulares, conforme a lo establecido en la Ley de 16 de diciembre de 1954 sobre expropiación forzosa y en la Ley 30/1992, de 26 de noviembre, de Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del Procedimiento Administrativo Común. Las administraciones públicas, a la vista de la situación anterior, actuarán con la máxima diligencia para indemnizar en su caso, de acuerdo con la ley declarativa».

Así reza el artículo 7 de la Ley de Parques Nacionales de 2014, la misma que el pasado diciembre entró en vigor, después de seis meses de moratoria, y que acabó con todo tipo de actividad cinegética en los parques nacionales, como es el caso de Picos de Europa.

Desde entonces, ya no se ha celebrado ningún tipo de cacería en todo el parque nacional, solo los ocho controles poblacionales por parte de agentes forestales y tiradores locales para frenar la expansión del jabalí en la zona. Desde entonces, los propietarios de los terrenos cinegéticos, la mayoría en manos de las juntas vecinales, ya no reciben ni un euro de ingresos de la caza, que para la mayoría de ellos suponía su recurso más rentable.

Ellos han cumplido, han bajado las armas para siempre para acatar una ley anunciada desde hace años y para la que ya estaban mentalizados. El Gobierno no puede decir lo mismo. Ellos no han cumplido con su parte del trato, ellos no han cumplido con lo que dice la ley, que según nuestra Constitución, debería ser igual para todos. Han pasado tres meses desde que se prohibiera la caza en Picos de Europa y los vecinos no saben nada de las indemnizaciones que deben recibir por ley por dejar de realizar esta actividad y por dejar de percibir los ingresos que les reportaba.

El silencio por respuesta. Es lo único que han recibido los vecinos de Picos a su requerimiento. El tiempo corre, y la falta de ingresos se tendrá que compensar, incluso con intereses.

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