Diario de León

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Parece ser que toca echar el freno, o mejor dicho, empezar a tomarnos la vida con más calma. Poco más se puede hacer para acostumbrarnos a la nueva norma impuesta por el Ayuntamiento de León de circular a 30 kilómetros por hora por la ciudad. Nos va a costar adaptar nuestras prisas a este nuevo ritmo de vida, que sin duda va a ralentizar nuestra rutina y va a poner a prueba nuestra paciencia. Pero vamos a dejar a un lado estos livianos inconvenientes, y analicemos las múltiples ventajas que supone vivir en una ciudad 30. Para empezar, según un estudio de la DGT, se reducen los accidentes de tráfico y los que hay conllevan lesiones menores, ya que las posibilidades de siniestros graves o fallecimiento son mínimas. En este sentido, la Organización Mundial de la Salud (OMS), añade que el riesgo de fallecer como consecuencia de un atropello se reduce como mínimo cinco veces si la velocidad del vehículo que impacta es de 30 kilómetros por hora en lugar de 50. Además, la contaminación acústica se reduce de manera drástica, hasta tres decibelios, y se protege el medio ambiente, ya que se reducen las emisiones de humo contaminante. Otro punto a favor de esta medida es que la situación del tráfico será más tranquila y se facilitará una mayor conciliación con otro tipo de vehículos como bicicletas o patinetes, aparte de con los peatones, fomentando así el uso de dispositivos de movilidad que también mejoren la salud de sus usuarios.

Pero, ¿porqué todos estos beneficios van a quedar exclusivamente para los habitantes de las ciudades?. En estos tiempos Covid, en los que asistimos en los pueblos a ese espejismo poblacional fruto de éxodo que la pandemia ha provocado de las ciudades a las zonas rurales, se hace necesaria también una regulación del tráfico, sobre todo en esos pueblos atravesados por carreteras nacionales, comarcales o de la red provincial, donde los conductores no respetan lejos de respetar las señales que obligan a ir a 50 pasan como almas que lleva el diablo. Señor presidente de la Diputación, márquese un tanto y fomente la implantación de zonas 30 en los pueblos de León, ponga badenes a sus entradas, para que este atípico verano de niños, bicicletas y de inusitada vida por los pueblos no se vea truncado por los que con motivo o sin él circulan con demasiada prisa.

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