Diario de León

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Este sábado todos tenemos una cita. No me refiero a la de las ocho de la tarde en el balcón para aplaudir a los sanitarios que se están dejando la vida por salvar la nuestra en la lucha contra esta irracional pandemia, eso más que una cita se ha convertido en una necesidad de exteriorizar nuestra eterna gratitud a este colectivo. Tampoco me refiero a las caceroladas posteriores que sirven de desahogo para los que no se conforman con la gestión de esta crisis, o que simplemente están hasta la peineta de esta situación. El sábado tenemos la Hora del Planeta.

A pesar de la crisis sanitaria mundial que estamos padeciendo, WWF no quiere dejar pasar por alto esta iniciativa que nació en Sidney en 2007 como un gesto simbólico para llamar la atención sobre el problema del cambio climático. Un sencillo gesto que consiste en apagar las luces de hogares, negocios, edificios y monumentos durante una hora. Una acción que con los años se ha convertido en un movimiento mundial del que ya forman parte miles de ciudades de 188 países, que en pasadas ediciones apagaron más de 17.000 monumentos y edificios emblemáticos.

Este año la convocatoria será diferente. No podemos salir a calle a clamar por nuestro planta, pero lo podemos hacer desde casa con la misma intensidad. Los balcones y ventanas que en estos ya casi 15 días se han convertido en un símbolo de la unión en la lucha contra el coronavirus y de conexión con el exterior, nos servirán también para recordar que tenemos otra lucha pendiente, la del cabio climático.

Por eso, desde WWF han diseñando una acción simbólica para que todo el mundo se una esta cita. A las 20.30 del sábado nos proponen llenar el cielo de destellos de esperanza en el lenguaje universal, el código morse, utilizando la linterna de los teléfonos móviles o cualquier otra que se tenga por casa.

Aunque ahora que es primavera y que no podemos disfrutar de ella como nos gustaría, lo cierto es que dependemos de la naturaleza para vivir, es el sistema de soporte vital del planeta y nos brinda todo lo que necesitamos, desde el aire que respiramos, ahora más limpio que nunca, hasta el agua que bebemos y los alimentos que comemos. Ella está ahí, nos espera y nos necesita. Este sábado se lo vamos a recordar.

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