Diario de León

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Mira que no soy yo muy de tele, sorry por mis compañeros del medio y por las plataformas que se esfuerzan en atraparnos en espirales de series ‘que no puedes perderte’. Mira que ando despistada con los nombres de muchos populares profesionales del medio, que si me meten en un concurso me veo perdida a no ser que me pregunten por los Chiripitifláuticos, o no mucho más acá de Vickie el Vikingo. Mira que está monotemática e intensa la programación y todos los debates y contertulios, aunque vale que no está la cosa para menos. Y mira, cuando menos te lo esperas, salta una chispa desde la pantalla y te enciende la sonrisa y la esperanza, porque te hace cosquillas en la glándula misma del humor. Y te da que pensar. Y que aprender. Desdramatizar desde la inteligencia. Una auténtica lección de cómo ir por la vida.

Ocurrió esta semana mientras me afanaba en menesteres domésticos. En general la smart tv va a su bola y yo me enredo en la burbuja de mis deambulares, a una galaxia y media de distancia de lo que la pantalla (que así visto no será tan inteligente) parlotea. Me sacó de mi enmimismamiento el exceso de la ya peculiar Gloria Serra, anunciando que su Equipo de Investigación cumple diez años en pantalla, con todo tipo de exageración en sus tonos y gesticulaciones. Tan imitadas por los humoristas, quizá una de sus grandes publicidades. La mejor de todas: su capacidad de reírse de sí misma. Concluía la actuación con un sobreactuado: «Somos inimitables». Y un guiño final al telespectador.

¡Fue tan oxigenante verla reírse de sí misma, en estos tiempos de ególatras que se veneran hasta el infinito y más allá y dan tantas lecciones de altura! Me recordó que nunca hay que tomarse muy en serio. Si no lo haces tú, ya se encargarán de hacerlo los demás. Tanto darse a valer...

Es necesario conocerse y aceptarse para aplicar la inmejorable terapia de reírse de sí mismo. Nos vendría tan bien a todos... Pero es un ejercicio de madurez para el que no todas las personas están capacitadas. El que diferencia a quienes se toman demasiado en serio, y pretenden que los demás también lo hagan, de quienes saben que sólo desde la humildad estás a salvo de la humillación.

Alguien dijo que reírse de uno mismo es quitar a los gilipollas la oportunidad de reírse de ti. Además, cuando hayas practicado lo suficiente encontrarás motivo de diversión para toda la vida. Qué mejor terapia. ¡Salud y carcajadas!

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