Diario de León

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El escenario es de contenida emoción. En medio del drama social y el descalabro económico la vacunación avanza y, con el temor a las réplicas de las olas que están aún muy lejos de irse, se adivina al fin un horizonte de esperanza. Si no de normalidad, al menos no de constante ceremonia de tinieblas. Los gurús adelantan repuntes en vertical de todo cuanto hoy está maltrecho y golpeado (olvidando quizá todo aquello, mucho, que se ha quedado y se quedará aún abandonado en las cunetas); y animan a aprovechar el momento previo a la remontada para lograr rentabilidades. Los políticos se afanan en dibujar proyectos que arañen parte de los 140.000 millones con los que la UE regará el país para, vestida de recuperación, estructurar una economía verde, digital, sostenible. Guay.

Esta semana el economista Manuel Romera advertía en León de que el entramado legislativo nacional que debe gestionar esos fondos prometidos está más que en pañales. Es decir, que a día de hoy la burocracia no está preparada (para ser claros, impedirá en buena medida) gestionar una lluvia de dinero cuyos fines se plantean además en abstracto, y a los que las micropymes locales van a tener muy difícil acceder. Mal empezamos. Si la base del trámite no funciona, todo lo demás es vender humo. Ahí sí que la maquinaria está perfectamente engrasada.

A mayores, el Banco de España vuelve a soltar la caña de las reformas estructurales siempre debatidas y nunca abordadas abiertamente. En el centro de todas estas reformas está el pulso por la flexibilización del empleo. Las propuestas van cada vez más allá. Ahora, abaratamiento extremo del despido (de 16,5 a 6 días por año trabajado) y ‘mochila austríaca’, Es verdad que los jóvenes y los contratos más precarios han soportado «de manera desproporcionada» (BDE dixit) la destrucción de empleo en la pandemia. La caída de la actividad ha sido brutal y la recuperación será estratosférica, pero no para todos. El nuevo pico dejará otro grupo más de rezagados del estado del bienestar. Hay cada vez más vulnerables que son cada vez más vulnerables e indefensos.

Para quienes sean capaces de subirse al tren del repunte y seguir adelante estupendo. Parece que en esta sucesión de crisis, a efectos de mercado, cuanto peor mejor. Todo son oportunidades de medrar. Cuidado. Los dientes de sierra arrojan cada vez a más ciudadanos a la desesperación. La impotencia no es buena consejera. Ojito con lo que estamos cultivando.

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