Diario de León

Creado:

Actualizado:

O en realidad no era justo después del verano, o el veroño nos mantiene en un duermevela consumista antes de que el fresquillo nos espabile. Por si las moscas, las ciudades, todas, han aprovechado para colocar las luces de Navidad antes de los Todos los Santos, no vaya a ser que las restricciones energéticas nos dejen con la tristeza de unas fiestas a oscuras. Que es como las han vivido siempre los barrios, hasta que se puso de moda alumbrar ventanas y balcones con un festival de intermitencias de colores.

Están también esas casitas aisladas que mi pequeño Óscar (mejor, mi Óscar cuando era pequeño) veía desde el coche con neones de colores y consideraba un despiste terrible de los propietarios dejar ‘las luces de Navidad encendidas todo el año’.

Así llegamos a las puertas de las Fiestas sin que se haya cumplido en su rotundidad el parón del consumo que se anunció para después de un verano en el que nos íbamos a dar a alegrías por encima de nuestras posibilidades, inconscientes como somos ante la que se nos viene encima.

La amenaza de la recesión crece como bola de nieve y la locura del encarecimiento rasca todos los bolsillos, aunque con desiguales consecuencias. La división económica no se mide ya por la despauperada clase media, sino en las ahora tan aludidas rentas más bajas. Como si la vulnerabilidad no fuera también una bola de nieve que crece desde hace años, y engulle nuevas víctimas en cada revolcón.

Dicen los expertos que las rentas medias y altas tienen la opción de bajar sus gastos para aliviar la inflación, porque compraban marcas más caras y se daban más caprichitos. Al que ya vivía al límite la cosa se le ha puesto de color de cojón de grillo, y la supervivencia amenaza con ser misión más imposible aún.

El Banco de España advierte de que los de menos recursos tienen serios problemas con la hipoteca, que en este país es, por otra parte, lo último que deja de pagarse. Coincide con las entidades financieras en que las ayudas que se anuncian pueden ser un arma de doble filo, que dificulte la concesión de créditos en el futuro.

Es uno más de los agoreros mensajes que cada día nos sacuden y dibujan un tenebroso escenario que ya está aquí, aunque nos empeñemos (dicen) en no querer verlo. En unos días se encienden las luces de Navidad. A lo peor nos empeñamos otra vez en vivir por encima de nuestras posibilidades. O quizá, como dijo aquel, la cuestión es que se adoctrina por encima de nuestras pasividades. Quién sabe.

tracking