Diario de León

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De la autocrítica al suicidio escapista hay la misma distancia que del análisis proactivo al desmayo de doncella que espera que otro le alivie el corsé y abanique los sofocos, para seguir asfixiada en el mismo traje de apreturas y lamentaciones. En este parece enredada parte de la sociedad y las instituciones leonesas, dispuestas a movilizarse para la queja y los golpes de pecho y sospechosamente desmayadas para estructurar unánime defensa de argumentos concretos con futuro. Hasta el punto de apestar ya un tufillo a confortable zona de confort derrotista, que tiñe de plañidera a la hora de valorar desde un horario de tren playero hasta un rechazo de megainversión tecnológica que deberían invitar más a la reacción inteligente que a beber (caldos locales) para seguir moqueando en la cómoda barra de las culpas ajenas.

No son la mayoría. Un pitido discordante en la plaza resuena más que mil silencios, y contagia, pero no representa. Esa mayoría tiene que hacerse oír, y si los voceros actuales no la representan, es obligación buscar cauces de representación. León no puede seguir en la deriva de una indolencia política e institucional cobarde y sin redaños, porque no escucha, no atiende y no tiene interés en reaccionar.

A León se le han negado en poco tiempo varios proyectos de calado. A otros tantos ni siquiera se molestó el tejido reivindicativo (o sea, todos y cada uno de nosotros) en opositar. No deberían ser derrotas, sino aprendizajes. Experiencia ante un escenario inusual y que no se repetirá de acceso a fondos y proyectos por los que todos pelean. No hay tiempo que perder.

A León se le han negado en pocos meses dos proyectos bien estructurados que hubieran venido a afianzar la sede internacional de ciberseguridad que el Incibe ya conforma, con grandes perspectivas de crecimiento. Son muchos los factores que influyen en estas decisiones, y mucho el futuro que se puede captar aún. Aprender, adaptarse, reaccionar. Ese es el camino. No deben ser derrotas, sino escalones.

Hay mucho que labrar en el futuro inmediato. De momento, la pugna por la sede de la Agencia Espacial Española. No es momento de criticar retrasos ni diversificación de recursos, León (todo León) tiene que dar la cara una y otra vez para abrazar el futuro. ¿Dónde están esas voces? ¿Dónde el cacareado sumar fuerzas para hacerse oír? ¿Dónde, como en otros candidatos, la unidad política, económica y social para ponerse en valor?

¿Dónde está el León, todo León, que se tiene que mover por su futuro?

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