Diario de León

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Cualquier excusa es buena para montar un pifostio, arrasar con los bienes públicos y muy privados que se pongan por delante y zurrarle la badana a la autoridad pública. Buena para hacer bandera de la sinrazón más zafia y absurda, porque no hay fin que justifique estos patéticos medios. Buena porque la brutalidad sin motivo, la violencia por sí misma, no necesita justificación. O vamos de botellón o vamos de hostias. A lo que se tercie.

Relacionar el vandalismo sin contemplaciones de los últimos días con la demanda de libertad de expresión es intentar (burdamente, la verdad) confundir el culo con las témporas. Montar todo este desbarajuste porque al rapero Hasél le enchironan no deja de ser un delito teñido de imbecilidad con el que comulga una minoría de muy dudosos intereses, y que a la mayoría de los feligreses de esta democracia que no está en cuestión nos revuelve las tripas sin ningún género de dudas.

Puede que los límites penales de la libertad de expresión deban ser revisados, como demanda también al hilo de las consecuencias de las burradas del ‘cantante’ un grupo de artistas. Cuestionable, porque intentar llevar a las listas de éxitos cositas como las que pregona la prenda en cuestión parece al menos discutible. Lo que está fuera de toda duda es que de momento la ley es la que es, y que infringirla implica responsabilidad, en este caso penal.

Más allá, resulta que el pollo no va a la cárcel por querer ser terrorista de boquilla, sino por vándalo de hecho. Suma una serie de penas que no tienen que ver con el verbo, sino con la sucesión de hechos delictivos que adornan su nada artística carrera.

Luego, ¿a qué tanta defensa? Puestos a analizar más a fondo, ¿a qué tanta defensa precisamente por parte de aquellos que se desviven, e intentan desde los púlpitos que han conquistado, por tapar las bocas de los medios de comunicación que les cuestionan? ¡Menos cinismo!

Incluso en el caso de que se organizaran protestas públicas en defensa de esta peculiar libertad de expresión que pregona terrorismo y ejecuciones, habría que recordar a estos pollos incendiarios, rompevidrios y destrozavidas ajenas aquellos acordes con los que Jarcha acunó el nacimiento de una democracia en la que este vandalismo bestia e irracional no tiene cabida. Libertad sí, pero sin ira. ¿Sabréis defenderla?

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