Diario de León

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Las actuales formas de inversión pública (o única, tanto monta) en las zonas mineras tienen de rigurosas lo mismo que las antiguas mañas, tan denostadas por la autodefinida como transición justa de las cuencas vaciadas de carbón y térmicas. Desprovistas ya de todo, no tienen siquiera quien les preste atención. Y así llegan las mismas tropelías de siempre, teñidas de idéntico engaño. Tan culpables los que ejecutan como los que callan. Peor aún los que, a falta de algo que rascar, centran su nadería en caladeros más rentables en los que hincar el diente; y olvidan y ningunean la vigilancia de una deuda histórica que tiene dramáticas consecuencias de futuro para el terruño al que afirman defender.

El ministerio ecológico de la cosa energética justa repartió esta semana parte de la inversión prometida a las zonas afectadas por el cierre de las térmicas. Páramo del Sil y La Robla incluidas. Eso sí, con proyectos que no van a generar riqueza ni empleo, destinados a servicios que dependen de la Junta y tenían que ser financiados con sus presupuestos, y que ni de lejos tienen que ver con la apuesta empresarial o industrial que se demanda en estos desiertos emprendedores.

En el Páramo que sigue disolviendo en pólvora su pasado de generación, la ampliación del centro de convivencia para enseñar innovación a los alumnos de las escuelas rurales (preciosa iniciativa) recibirá algo más de 300.000 euros y creará, calculan, tres puestos de trabajo. En La Robla ni en eso se han molestado: ante la urgencia de un nuevo consultorio médico, porque el actual se cae a pedazos, el ministerio de la justa cosa invierte 500.000 euros en construir uno nuevo (competencia de la Junta, y su responsabilidad) que no generará más empleos que los temporales de los albañiles ni dejará en el futuro rédito alguno que no se tenga ahora.

En Almería, por poner un ejemplo, el mismo paquete deja un millón de euros en Carboneras y crea 76 empleos para un centro de coworking y un laboratorio de ideas de desarrollo sostenible del municipio, que pretenden convertir en centro de referencia de teletrabajo a nivel europeo. Que León y sus cuencas, que tanto tienen que exigir en la reparación por la minería destrozada sin empacho, siga consintiendo con la cerviz gacha (no quiero ni pensar que sea sin darse cuenta) estos atracos es una vergüenza.

Que León se rinda también en esto es inadmisible.

Que no haya reacción es quizá síntoma de que esto es lo que merecemos. Amén.

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