Diario de León

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En busca de nuevos horizontes que poner en valor, la provincia ha llevado a la feria de turismo interior Intur el atractivo de su patrimonio industrial. Que va desde las Médulas o Compludo a castilletes y batanes. Hay para dar y tomar, de todas las épocas. La propuesta incluye desde el muy reciente, doliente y desolado paisaje minero a los telares, molinos, artesas,... Tan vasto, tan interesante y tan necesitado de atención (y dineros) está el legado industrial regado por esta provincia como su riqueza patrimonial en otros ámbitos. Mucho potencial y contados recursos. Sobre todo, escasas propuestas para rentabilizar esqueletos industriales obsoletos (históricos, en lenguaje positivo), costosos, aislados, de difícil acceso. Reliquias en muchos casos sin más respaldo que el de los devotos de su memoria. Sentimientos sin finanzas. Condenados, al fin.

Hace no tanto tiempo, ante el destripamiento sin piedad (ni criterio) de un paisaje minero que durante muchas décadas marcó hasta la médula una parte de León, una experta en cuestiones de patrimonio industrial abrió los ojos a mi sentimentalismo con un par de razonamientos. Uno: si la cosa que ya no funciona no tiene sostén económico que lo mantenga, no tiene sentido. Y otra, más importante. Si la comunidad donde se asienta el entramado industrial no lo percibe como suyo, no lo defiende como propio, y no tiene interés firme en mantenerlo, nada de lo que se haga desde otros ámbitos tiene sentido.

Ni cien palabras más. Los criterios están claros. Y por sus cañerías se han vaciado todo tipo de otras razones que pudieran haber insuflado aliento contra la destrucción y el olvido.

Sacudiéndose estas heridas que el paisaje y el paisanaje deciden olvidar, León tiene, según los inventarios de la Junta, 1.325 bienes de interés entre su patrimonio industrial. Una cuarta parte del acervo autonómico. Mucha chatarra, ladrillo, adobe y tierra escarbada que poner en valor; y una pequeña parte de la memoria que merece la pena esforzarse en conservar.

Postdata, y no menos importante. Lo que chatarra y mugre se considera, y no merece la condición de ser conservado, debe contar con una no menos cuidadosa planificación para desaparecer. Es intolerable que el abandono por falta de rentabilidad siembre de roña y cochambre paisajes y lugares que fueron, pero ya no serán. El patrimonio industrial es una presunta lotería turística. Sus desechos no pueden convertirse en una pestilente herencia de abandono y desidia.

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