Diario de León

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Ahora que lo leonés está de moda, en unos casos por conveniencia, en otros (cada vez más) por convicción propia y pujante —nunca más  semanasantero  el término—, le asiste a la Semana Santa uno de los actos más intrínsecamente locales. De esos que marcan la diferencia entre las procesiones leonesas y las sevillanas. Y por supuesto, las castellanas.

«Danos señor buena muerte por tu Santísima Muerte», rezaba la oración original, que con el paso de los años (la procesión ya tiene referencias de celebración en 1731) giró el imperativo verbal inicial a «Dainos», más leonés.

Pide el pueblo leonés buena suerte a estas alturas, que de la buena muerte ya se encarga la mala vida. Llama la atención el encuentro entre el Nazareno de La Sobariba que procesiona esta tarde y la Virgen de las Lágrimas, paso de Angustias y Soledad pujado exclusivamente por mujeres, que se produce casi al cierre del cortejo.

Los niños ponen la nota colorista en esta jornada a la mañana. Lo harán en la pléyade de procesiones de las palmas que jalonan la ciudad y en el acto central con el obispo en el debut en estas lides, que no en las de los actos de pasión, que ya le vieron pujando a la Morenica el viernes. Ajeno a los populismos, De las Heras se está ganando las simpatías de los papones.

Vuelven a la calle los cíngulos de plata del Gran Poder. La importante apuesta por la renovación de patrimonio tiene su momento estrella reservado para Jueves Santo. Pero hoy ya es cuestión de ir abriendo boca. Hay trono nuevo para el titular, flanqueado por los cuatro evangelistas. La Expulsión del Templo tiene nueva decoración en las columnas. Y sobre todo, ganas. Muchas ganas.

Las que tiene La Redención en el estreno de la peana corpórea de Nuestro Padre Jesús de la Misericordia y el del trono nuevo de Nuestro Señor Jesús de la Redención, el titular de la penitencial de sangre y luto, que reventará esta tarde el pedrero de la plaza del Grano cuando suenen las primeras notas de Jesús del Prendimiento para que se abra el portón de Las Carbajalas y se cierre la noche. Conviene apurar a fondo el trago de esta bebida espirituosa que es la noche del Domingo de Ramos que los jóvenes encumbraron a principios de los noventa para cambiar el significado de la jornada en la que la Semana Santa de León gira la esquina. Porque apenas ha comenzado este particular regreso al futuro y la paponada ya ve preocupada la meta al final de la semana que se inicia mañana...

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