Diario de León

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Antaño hubo tres jueves en el año que relucían más que el sol. Se quedaron en dos, porque el Corpus Christi pereció a los efectos de la modernidad. Quedaron el Día de la Ascensión y Jueves Santo. Lo importante es que también hoy luzca el astro rey.

Y de esta guisa vuelve el Día del Amor Fraterno a llenar León de turistas, que falta hacen, de emociones renovadas en los corazones, que nunca están de más, y de procesiones las calles, que todavía hay que pellizcarse los ojos porque de la plaga octava apenas quedan las mascarillas y dos catarros.

El cielo y el suelo se vuelven azules camino del mediodía en la Catedral. La Bienaventuranza convierte en gigante su corazón pitufo y sube ¡al cielo con ellos! sus pasos en genial oferta al Altísimo. Los limpios de corazón verán a Dios. Los que buscan la paz serán llamados hijos del Señor.

Media hora después del mediodía Las Siete Palabras pregonan a caballo que viene la procesión de Viernes Santo. Y que por las calles y las aceras de la capital del Reino que lo fue un día las túnicas tricolores ya se creen lo que viene. Pone la voz, el conocimiento y la experiencia Gonzalo González Cayón. El sentimiento lo reparte una cofradía entera. Parecen lejanos los tiempos de aquel acto constreñido en el patio del Palacio de los Guzmanes. Fue hace un año, o más. Hoy vuelve el pergamino. Alabado sea.

A la plaza Mayor se van las balas de plata. Tal es la velocidad de crucero en la puja del Gran Poder que hoy corre el riesgo de negar tres veces que estrena talla nueva y que Pedro estará en La Despedida en menos que cante un gallo. Melchor Gutiérrez Sanmartín no saca a la calle una procesión; lo suyo es un catálogo.

A María del Dulce Nombre sólo el capillo le puede poner verde. Cosidas con tacto las heridas de la cofradía y renovado el compromiso, las hermanas del color de la esperanza se han encomendado a Navarro Arteaga para que Virgen del Camino sea algo más que la Esperanza Nuestra. Ya sabe la penitencial donde está la meta, sólo es cuestión de tomar con suficiente oxígeno la salida.

Bendice el obispo el pan al comienzo. Lo reparte la hermandad al final. De por medio hay una Cena sagrada que La Unción de Betania convierte esta noche en el arco iris de la Semana Santa de León. Hoy todas las cofradías son Santa Marta y arriman el hombro. Es porque en su día lo hizo la Junta Mayor.

Las carracas truenan esta noche en Santa Marina. Los velos del templo no se rasgan pero las almas sí. Será cuando la oscuridad se apodere del mundo. Tranquilos, eso sí. Esta película no cambia el final: resucita al tercer día. No es un spoiler, es historia.

A media noche los hermanitos de Jesús se acuestan aunque la Ronda les invite a levantarse. Diantres... algo habrá que dormir... Es el único día del año que el despertador suena celestial.

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