Diario de León

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A los agricultores y a los papones les pasa lo mismo: se pasan la vida rezando al cielo. Aquellos para que llueva; estos para que también... a partir del Lunes de Pascua.

Dice la Santa Predicción que la climatología abre hoy el Triduo de la Incertidumbre y para esta jornada y las dos siguientes se anuncian apuntes climatológicos inciertos. Con esas, La Pasión, el Rosario de Pasión y la Adoración de Las Llagas de Cristo se adueñan del calendario.

Las laaaaaaaaaaargas y leeeeeeeeeentas filas que caminan a la vera de Nuestro Padre Jesús Nazareno, La Virgen de las Angustias y La Piedad de Minerva componen una peregrinación bastante menos emotiva de lo que se ha visto hasta ahora y de lo que se va a ver después. La devoción que suscita el titular oficioso de la Semana Santa leonesa neutraliza la rutina que caracteriza a esta procesión. Es escuela para pequeños papones de filas.

Santa Marta saca Los Galileos a la calle. Si el tiempo no se lo impide, como ya ocurrió en 2019. La experiencia de recomponer una sección infantil tiene sentido, pero hasta ahora poca fortuna. No entraban los paraguas en el atuendo diseñado por la hermandad de San Marcelo.

En Las Concepcionistas se jura silencio esta noche. Y en la práctica, se lleva a cabo. Lo hacen los hermanos del Sepulcro, que vuelven al escenario donde rinden Viacrucis a la Cruz Quemada y donde hoy prometen de nuevo sellar sus labios así estén honrando la memoria del Padre.

Poco a poco, van saliendo en el orden previsto, acompañados por los miembros de la Asociación San Pedro del Castro, ataviados a la antigua usanza leonesa. En cada parada, una oración, una parte del canto de las Llagas y una marcha de la agrupación. Después: silencio, sólo un tambor ronco marca el ritmo de las procesión penitencial. Es esencia verdadera de la Semana Santa. Es solo para unos pocos.

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