Diario de León

Nacho Abad

También en las afueras

LE BIG MAC | ...los perdedores, los adictos al fracaso; los contenedores de vidrio llenos de botellas de licores fortísimos; las luces de navidad; las luces más tristes de toda la navidad; las ambulancias

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La niebla azul y química que ciega las calles de las afueras; los obreros agotados bebiendo una última copa antes de volver a casa; la luz blanca y las paredes grises de las cafeterías para la clase trabajadora; el sonido eléctrico y muerto que sale de la radio de ese coche rojo que toma la curva y desaparece; el gesto malhumorado de las madres al regresar con sus hijos del parque; los niños llorando con sangre en las rodillas, en la frente o en la boca; el pelo enredado de las adolescentes que comen chicle en los bancos de la plaza; los jóvenes paseando músculos y perros asesinos por las aceras marchitas; la dependienta asiática de la tienda de ultramarinos que mira con recelo a los niños borrachos; los niños borrachos que roban tabaco en las tiendas de ultramarinos de los asiáticos; las señoras que regresan después de limpiar las casas de los señores, unas calles más al norte; el autobús cargado de tristeza y cansancio como un vagón de tercera clase; las farolas que parpadean antes de fundirse; los contenedores de basura con su olor a podredumbre, a miseria, a ratas muertas; las rejas de las ventanas, las alarmas, las puertas blindadas; el pavor que producen los coches patrulla; las cabinas telefónicas con el teléfono arrancado; los almacenes de material para la construcción a punto de quebrar; los muros llenos de carteles electorales hinchados por la lluvia; las jeringuillas en los descampados, en los campos de fútbol; la violencia que flota en el aire como el frío; la música de la armónica del afilador de cuchillos; las pasarelas cubiertas del negro polvo de los tubos de escape; el sonido monótono y agotador de las autopistas; los intermitentes que nunca funcionan; las peleas que nadie gana; los ladrones que roban miseria; los grafiteros que dejan una nota de amor y belleza en las paredes, junto a amenazas de muerte, esvásticas y mensajes indescifrables; las viviendas de protección oficial; las casas ocupadas; los supermercados de la droga; los neumáticos podridos de los coches abandonados; los luminosos rosas y rojos de los prostíbulos; las casas de apuestas; los perdedores, los adictos al fracaso; los contenedores de vidrio llenos de botellas de licores fortísimos; las luces de navidad; las luces más tristes de toda la navidad; las ambulancias.

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