Diario de León

Óscar Crego

El '10' no se mancha

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Muchas son las frases y anécdotas en torno a la figura de Maradona en estos días que nos ha dejado. Una de las que más me atrae es la de Valdano donde cita que Maradona se comió a Diego, pero Diego era mucho mejor que Maradona.

Los que nacimos a tiempo para verle jugar aunque fuéramos muy pequeños tenemos en la retina lo que fue como futbolista. Grandísima técnica, centro de gravedad bajo, recorte seco, cambio de ritmo, velocidad, ta, ta, ta… y gol. En el mundial de México 86 hubo un momento que pasó a la eternidad, el gol a Inglaterra. Bilardo intentaba separar el conflicto sufrido entre ambos países años antes en la Guerra de Las Malvinas para que se centraran en el partido, pero un Maradona ya líder y lleno de talento mensajeó rápidamente a sus compañeros en recuerdo a sus ‘pibes caídos’ y se echó el país a la espalda. 60 metros, 10,6 segundos y un gol que hizo que un país alzara a niveles de Dios a su héroe e ídolo nacional porque hizo creer a los más desfavorecidos que los sueños se pueden hacer realidad (Marcelo Bielsa).

Él ‘10’ ganó un Mundial y casi otro para su país, al Nápoles le dio scudettos y títulos europeos e incluso llegó a poner al Sevilla en el mapa Mundial con su participación una temporada. Una pena no haber tenido suerte en Barcelona y poderle disfrutar más tiempo en nuestro país. Ese era Maradona, capaz de calentar con una naranja o controlar la bolita hecha del envoltorio de papel de aluminio de un bocadillo lanzado desde la grada y juguetear con ella. Cuando mi hija me pregunta por qué a aquella acción mítica le llaman la mano de Dios le envuelvo la trampa en una idílica justificación de que jugaban a que no se cayera la pelota como cuando era pequeño porque el balón con el que se divertían en su barrio era de trapo.

Recuerdo, hará unos 15 años, cuando me crucé con Maradona en Barajas escoltado por dos azafatas de vuelo y sin nadie más a su alrededor en un viaje sorpresa a Madrid, nadie lo sabía y ahí es donde empecé a ver al Diego que se comió a Maradona, pero eso no es lo que quiero retener en mi memoria, porque nadie dijo que le imitaran y si a alguien hizo daño fue a si mismo. Tuvo claro que su camino era el equivocado, pero el fútbol nunca se equivoca. Por eso dejó una frase lapidaria: ‘La pelota no se mancha’.

Creo que con el fútbol y el sentimiento que ha arrastrado hasta el fin de sus días debemos de rendirle un respeto y mostrarle a las generaciones venideras el gran futbolista que fue porque el ‘10’ no se mancha (Maradona aparece en la imagen junto al futbolista canario afincado en León y culturalista Narciso Rodríguez en un Burgos-Sevilla de Primera División).

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