Diario de León

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La oposición hace la Democracia. Es una base fundamental de los gobiernos representativos, pero la Democracia es un sistema político demasiado perfecto para la imperfección del ser humano.

España es un país en el que la oposición se ha reducido a un revanchismo oportunista que espera cuatro años para tomar el poder. En nuestro país tenemos dos frentes abiertos, uno en Madrid en el que la izquierda se conjura contra Isabel Díaz Ayuso y otro en el Gobierno central en el que el bloque de izquierdas disputa contra el bloque ideológico contrario.

El bipartismo y esas mayorías absolutas abrumadoras hace tiempo que se perdieron. El consenso y los pactos están a la orden del día, aunque parece que todavía no se han acostumbrado a esta nueva forma de gobierno que favorece la pluralidad. Esto no es cuestión de partidos. Los que se quedan fuera del Gobierno se ven aberrados en considerar que el partido que está enfrente de su butaca tiene el control. Y es que así ha sido, por pactos o por votos dominan las leyes y la política.

La oposición del país es el enemigo del Gobierno mientras que en otros países es un apoyo en los momentos duros

«Chincha rabiña», «si no juego me llevo la pelota», «quien fue a Sevilla perdió su silla». Son frases que todos hemos escuchado y con las que nos hemos criado. Sin embargo, parece que detrás de la puerta de los leones se aplican a rajatabla. Independientemente de los gobernantes, la oposición por autonomasia va a luchar feroz por defender su posición, ¿Con honor y justicia? No suele pasar. La oposición espera paciente como una víbora para morder el menor desliz del Gobierno y sacar tajada en las siguientes elecciones. Es aquí donde entra el conflicto.Es mejor esperar el error para gobernar al año siguiente que apoyar un bien común, y en eso se resume la política española. En gobernar sin tener en cuenta nada más.

Mientras tanto, nuestros vecinos de Portugal parecen haber comprendido mejor esta forma de gobierno moderno y durante la pandemia los dos bloques ideológicos pactaron para mejorar la situación del país.

La pandemia ha sido un punto de inflexión para la Democracia, una época en la que el consenso debería haber servido para salvar vidas, o por lo menos tener un frente común contra el virus. Pero la política ha fallado este examen con creces y se adentra de nuevo en una ley de ver primero la paja en el ojo ajeno que la viga en el nuestro.

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