Diario de León
C/ Ordoño II, número 15. OVIDIO PRIETO Prieto, 2022

C/ Ordoño II, número 15. OVIDIO PRIETO Prieto, 2022

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Don Fernando Chueca Goitia, arquitecto y humanista, académico de la Historia y de Bellas Artes de San Fernando, senador y eximio historiador además de otros títulos y encomiendas. Entre el 68 y el 81 ocupó la Cátedra de Historia de la Arquitectura en la Escuela de Madrid desde la cual, en el curso 77-78 me enseñó a amar el Renacimiento. En 1984 proyectó, con la debida polémica, la reforma total de un avejentado inmueble de Juan C. Torbado en Ordoño II, para sede en León del Banco de Santander, cuya dirección de obra compartió con Felipe Moreno Medrano y ejecutó con Luis Laguna y Ángeles Pastor como aparejadores.

En la Memoria del Proyecto justificó el vaciado del inmueble y su reconstrucción en el abandono y deterioro del mismo y su dudosa estabilidad estructural. Encajó el programa bancario en un sótano y cuatro plantas, conservando las fachadas originales, pero reformándolas «para recuperar la unidad de estilo perdida».

En el alzado principal a Ordoño unificó los huecos de planta baja reconstruyendo «los miradores de hierro y demás elementos de cerrajería oxidados o en pésimo estado», así como el espléndido alero de madera con modillones labrados. Rehízo con piedra de Boñar, toda la «cantería simulada» por Torbado, así como las guarniciones, impostas, cadenas de ángulo, arquerías, etc. dejando los paramentos neutros enfoscados y pintados de colores suaves.

Hacia Gil y Carrasco mantuvo el cuerpo añadido, pero para dar sentido al cambio de altura trató el último piso como «una galería de arcos con ritmo de tres en tres separados por pilastras y rematada por una terraza». Y para valorar la esquina proyectó «una pequeña torrecilla octogonal enlazada estética y constructivamente con los miradores de hierro»… Tras amarga controversia, la historiografía local no tuvo piedad con Chueca: ¡Un pastiche, un «pastelito kitsch»!... Pero también otra parte de la crítica entendió que, tras el Postmodernismo, «la línea entre lo kitsch y el arte se volvió borrosa»… ¡Me fascina esa «pequeña torrecilla octogonal» de la esquina!

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