Diario de León

Creado:

Actualizado:

Apenas una semana después de que media España se levantase un poco menos irritada de lo normal por otro inoportuno lunes —gracias esta vez a la dosis de adrenalina que les regaló Rafa Nadal— la alegría ‘patria’ volvió a desbordarse ayer con otra gesta para la historia encabezada por una generación millennial que parece haber venido al mundo del deporte para dominarlo y de paso a coser un país donde los reinos de taifas continúan hoy tan vigentes como esa costumbre tan española de subirse al carro siempre y cuando el viento sople a favor. Ni los más ilusos soñaron jamás, cuando el siglo XXI asomaba por la puerta, que verían ganar mundiales de baloncesto, balonmano —¡fútbol!— a un país al que Ballesteros, los Ochoa, Nieto y compañía se le antojaban ya demasiado lejanos. Aquello rompió barreras. Lo de ahora es un tsunami imposible de parar. Hacen cola los gurús que jubilaron a la ‘ÑBA’ en busca de otro empleo. Se suman a los ‘tontos por ciento’ que se agolpan en cada barra de bar al grito de ¡ya te lo había dicho yo! Desde el pasado viernes todos sabían de baloncesto. Hoy presumen orgullosos de selección. Mañana, cuando la cosa se ponga fea, se ahorrarán una pasta en psicólogos voceando sus frustraciones a diestro y siniestro. Solo el cruel paso del tiempo jubilará a esta bendita generación. Aunque viendo a Rudy, Marc y compañía empiezo a pensar que hasta el propio tiempo se ha quedado embelesado. Nadie soñó con ver ganar un Mundial de Basket a España, no. Ahora ya hemos visto dos. Porque, como dijo Andrés Montes, La vida puede ser maravillosa. Sobre todo si un deportista español se cruza por medio.

tracking