Diario de León

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Q ue esa es la iglesia más fea de la ciudad de León nadie lo discute. Seamos sinceros, ni siquiera parece una iglesia en su exterior si no fuera por ese ruin campanil y esas ventanas arqueadas de medio punto con aire de colegio ursulino. Santa Nonia es tan barata de fachada, que bien podría ser una fábrica textil o un almacén de frutas y verduras. Nació sin arte y en ello persiste; o lo agravan. Y nació como capilla en las afueras para acabar en sede y dominio de una cofradía que, como todas, vino a este mundo ibérico de pobres sin casino para ser también club social de riguroso uniforme portacirios o portapasos (las cofradías en León tienen mucho que ver con los tenderos y los gremios y con ser ideales para estrechar relaciones, así que cada cual fundó la suya).

Apresada su menudencia entre casas y bloques de desmedida altura, Santa Nonia agranda así su aire de pocacosa. No es para estar muy orgullosos de sede, no. Lo raro es que siendo la cofradía por la que han ido pasándose el capote de abad los más prósperos de la plaza (o empeñados en aparentarlo) no haya habido el salero de arrimarle ahí unos cuartos para hacerle alguna albañilería decorosa a esa planicie. Pero ahora le metieron albañiles por dentro y se estrenará el revoco el día 19 con fastos y cambio de abad, aunque por fuera limitaron toda obra a ponerle lucecitas al aparato, a que luzca de noche con dos paralelas luminosas atravesando la fachada y el portalón a juego, eso que cualquiera asocia automáticamente a la señalización clásica de puticlús de carretera (vaya por ti, el cura y el Urelio, Fer). Y una escojonación bendita recorre las redes con este bendito asunto, sobre todo con la iglesia iluminada en magenta, tan pasional y putero (al bellísimo puente de Hospital de Órbigo le hacen lo mismo, pero en este caso el delito es bestia y de juzgado).

En fin, este es un tiempo en que todos quieren señalarse y lo confunden con señalizarse, obsesión en la que hoy manda el mal gusto, la moda exagerada, los colores chillones... y la lucecitas histéricas para carnavalear monumentos.

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