Diario de León

Boca cerrada

CORNADA DE LOBO | «Ahora que está a punto de dejar esta diócesis, ¿qué opinión le merecen los leoneses?»... ¿los leoneses?, me dijo no sin tristeza... los leoneses mordéis con la boca cerrada

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Me vi ayer otra vez en la obligación de desmentir dos estereotipos sobre los leoneses que erróneamente me atribuyen (pagaría yo por ser dueño de tan fino ingenio). El primero, ya decididamente popular, es el que fija la definición de Leonés: Paisano con boina detrás de una sebe , a la que añadí como única aportación personal el gerundio achusmando (fisgonear con disimulo, vigilar escondido, raposear, expresión muy común de Asturias a Portugal norte), definición del leonés que por primera vez escuché a mi hermano Seve tras oírsela él a Emiliano Alonso Lombas (morido de amores por lo leonés y generoso financiador oculto del leonesismo de los 70), quien seguramente la escuchó de algún montañés de su Villasimpliz natal. Esto es lo cierto sobre este dicho y poco importa quién lo haya acuñado; lo importante, y lamentable, es que es verdad: raposu cazurru frente a franqueza norteña; y así esto no furrula. (Sí me arrogo, sin embargo, la definición de Leonesa: Paisana con faltriquera detrás de... todo ).

El otro estereotipo leonés me lo proporcionó el obispo Antonio Villaplana charlando los dos en un vino español que ofrecía la Diputación al gobernador mexicano de Puebla en visita a León. Trajeado yo enteramente de negro aquel día, me calcé una tarjeta blanca en la camisa a modo de alzacuello y así le piqué por detrás en el hombro a monseñor que, volviendo la cabeza, preguntó ¿qué desea usted?... ¡pues trabajo, señor obispo, trabajo!, le dije... y lo que sin duda era una broma idiota le pisó el umbral de lo gracioso abriendo puerta a la franqueza que lució en la animada charla posterior en la que pude preguntarle «ahora que está a punto de dejar esta diócesis, ¿qué opinión le merecen los leoneses?»... ¿los leoneses?, me dijo no sin tristeza... los leoneses mordéis con la boca cerrada . Años después, aún no me he repuesto de tanta precisión y contundente sinceridad.

(Y no sé quién acuñó esto otro, pero razón también le sobró: Los leoneses sois como los de Bilbao, pero sin motivo . Maldita gracia, qué verdad).

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