Diario de León

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Como estas elecciones eran como un baile de carnaval, cuando acabó la música, 3,6 millones de votos se quitaron la careta y así quedó mejor retratado el verdadero rostro de España, ¡país! Son la poblada peña que votó a Vox y a su  Ley de la Estaca , ley fundamental del Estado a la que ninguna otra ley podrá arrebatar la iniciativa, es decir: «a hostia limpia» es legal o de medalla; «hostias en vinagre» son ideales para el tracto intestinal y, por tanto, de utilidad pública; y «hostias como panes» son la ración idónea para el pueblo que no vaya al circo a ver fieras abajo y «fasces» de bronce arriba, en las alturas del tribuno.  

Esos votos nacen de un hartazgo  populá  que exige contundencia a quien se la prometa. Contundencia es violencia. Los cabreados suelen volverse violentos por lo general; y no digamos por lo teniente general. ¿Es España así? Hace poquito ni lo parecía. Pero  este mal que no mejora, no es de ahora . Hay una España que nunca dejó de pensar de ese modo y aplaudir lo absoluto o totalitario: verjas en el Peñón, tanques en la Diagonal, la razón de la fuerza, palo al Jordi y tente tieso Pachi; es la España convencida (y pruebas sobran) de que sus políticos acaban penduleando entre la idiotez y la corrupción, entre el pancismo y el reclinatorio. Es la España que arde si le atizan las furias dormidas. Es, en fin, la España eterna; así llevamos desde antes de Viriato.  

De modo que ahórrese esa cara atónita el personal perplejo por los resultados de Vox. Aquí, puestos a ser fachas, lo somos como el que más. Y más. No es de extrañar: de la  Quinta del 36  viene hoy la de  Nietos del 36  (al padre se le contradice, al abuelo se le imita).  

Si hoy hubiera elecciones y fuera sincero el voto clientelar o el cautivo de tercas lealtades, los millones de Vox serían seis; y a la vuelta de muy poco media España ya no usaría careta.  El populismo está en eterno retorno, el hombre evolucionó para preferir una idea mesiánica y un salvador que la encarne frente a un enemigo al que culpar de todo  (Enrique Krauzer, historiador mejicano y autor de « El pueblo soy yo »).

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