Diario de León

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Miedo, tengo miedo, miedo de infectarte; miedo, tengo miedo, miedo de matarte. Sueño noche y día que sin ti me quedo; tengo, vida mía, miedo, mucho miedo... de que te mueras, que de este virus muero.. . al cante: la Bolsa y el Tesoro; al palo y percusión: la tele en salsa y el negocio sanitario; a la guitarra: er Niño loz Hozpitale ; a las palmas: la chirigota gaditana Peste de Barrio o Coge aire y no respire s; y colándose al plañido: la cofradía cazurrí Pordiós, con Castilla mascarilla... (¿tiene corona ese virus?, lógico que quiera reinar si esto es Reino).

Miedo, madre, tengo miedo, miedo de este Miedo -trajo al hilo Peláez-, porque ese miedo mata más cosas que cualquier bicho y su contagio es inmediato, masivo y global, logrando pasar de la alarma al pánico y que los que siembran esos temores cosechen después el mejor cacho del lío o del caos... suele ser así.

Peláez tiene un punto burlón y escéptico con esta epidemia coronavírica que ya tira a pandemia según la OMS... y algo cínico y confiado sí que nos parece, como el que canturreaba aquella cómoda burla infantil retando al lejano barrendero: ¡la mangarriega que aquí no llega!... ¡si llegaría, me mojaría!... porque piensa que no puede volar tanto un ser microscópico y que aquí no nos alcanzará la vaharada que ya da la vuelta al mundo. Le replicó Octavito: ya, como no te escondas en lo más hondo de la cueva de Valporquero, no veo  forma de que estés lo seguro y lo tranquilo que aparentas; ¿no has visto ya qué viajero es este virus?, vuela, lo transporta media humanidad que no cesa de ir de aquí para allá con maleta o mercancías. Y recuerda que cuando san Juan vislumbra el Apocalipsis describe Cuatro Jinetes , pero son cinco; hay otro más que no pide montura, ruido o aparato, invisible; por eso no lo vio, pero estará atizando lo apocalíptico en su campo, el de los virus, muerte veloz, guadañazo universal, como el de la peste medieval o el cólera, pero más cachas a cada nueva mutación. Algún nieto de este coronavirus será el Quinto Jinete.  

Sócrates bufó: Ya tardabais en bajar a Dios a este pánico.; ¿y el Demonio?...

 

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