Diario de León

De Jamuz a Tokio

CORNADA DE LOBO | Cómo le fascina hoy este pienso blandurri a la gente joven, ¿la razón?... algo obvia: es comida veloz, blanda, no tiene espinas ni corteza ni más dureza que el dadito de aguacate

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No me veo (o vete tú a saber algún día) en una vieja bodega de Valdevimbre, de los Oteros o del Jamuz comiendo rollitos de arroz con cositas o cuasicosas con arroz-pegote envuelto en papel de alga, ese cabo y ese rabo entre los que pendulea la cocina japonesa vulgar, comida fría y de llevar que se está subiendo a la cresta de la ola de comida rápida, esa ola embravecida y espumosa que está siempre estampada en la pared de todo restaurante asiático...  sushis, makis, nigiris, sashimis, mochis, taiyakis ... (¿hay algo que no sea tan cuqui, tan piji o tan chachi en esa letanía que suena a cocinita de juguete?). No se explica fácilmente esta moda tan chorri orientalista y cómo le fascina hoy este pienso blandurri a la gente joven, a ellas más que a ellos... o sí... ¿la razón?... algo obvia: es comida veloz, blanda, no tiene espinas ni corteza ni más dureza que el dadito de aguacate si no maduró del todo, no se mastica, se engulle, no sabe a nada concreto la mezcla y por eso se moja en salsas-máscara o picores bravos, no tiene más personalidad que lo exótico y su altar está en las redes o en las misas de celuloide que le hace Isabel Coixet de vez en cuando.

Ante estos alegatos, me taparon la boca con dos taquitos de ¿carne de Kobe?, cuyo sabor, siendo grande, está por debajo de su leyenda. Dicen que su infiltración grasosa se obtiene por darles a beber cerveza y hacerles masajes a esos bueyes, que en realidad son  vacas raza wagyu , como las mil que cría la hacienda de Santa Rosalía -cosa burgalesa de vascos- dándoles algo de vino en el agua que al pricipio rehusaban. ¿Vino y no cerveza?... eso ya se lo propusimos hace años a José Gordón de  El Capricho  de Jiménez de Jamuz para sus bueyes: calderito de prietopicudo al coleto y, en vez de masajes, mullir bien de paja el establo y directamente unas pajillas al jato como en «Torrente»; eso esponja más el músculo que el cepillo al lomo. Y antes de que la carne wagyu reine en esa bodega, vendrán de Japón a espiar a nuestro paisano... o rendidos a comprar sin más su carne dejándose de leches y secretos.

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