Diario de León

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Francisco de Rojas escribió en 1640 una obra de teatro titulada  Del rey abajo, ninguno  en la que el adulterio y el honor perrean y nada libra ahí a un Mendo mendaz de acabar apiolado para recogijo del pueblo mirón en patio de butacas. Nadie por encima del rey. Tampoco nadie por debajo, vieja aspiración de un pueblo que se postula hidalgo. El honor nos iguala, pero más allá de eso no parece haber cosa que nos empareje a un rey y menos aún en anchuras, pinturas o privilegios.  Del rey abajo, ninguno  es solo retórica, esa trampa linda que nos da el lenguaje para maquear las mentiras o el delito y lograr que no decaigan.

Ahora, cuatro siglos después, se está escribiendo otra tragicomedia con rey (emérito o no) titulada  Del rey abajo, todos ... título que el vulgo ya traduce como «Barra libre, camará», «Haga el vasallo lo que vea en su Señor», «Bienvenido, Mr. Porciento», «Tomad y copiad, este es mi truco que será desvelado para todos vosotros cuando a la burra muerta le pongan la cebada al rabo»... y muchas más burlas con ingenio o sin él que hoy son posibles al multiplicarse las oficinas ociosas que operan en cada móvil. Y si un rey legitima la mierda, todo el que busque enmierdarse podrá exhibir una cédula real que le franqueará cualquier moral o código con solo exclamar a la entrada: Del rey abajo, todos a lo mismo.

Cree Peláez que ayer Pedro Sánchez se puso pardal y lírico a lo bobo diciendo « siento el mismo rechazo que la ciudadanía española ante la conducta incívica de Juan Carlos, pero aquí se juzga al hombre, no hay que juzgar a la institución ». Di que sí: lacito al gato y no cascabel. ¿Quiso decir que el esforzado trabajador y pillín Juan Carlos Primero de España y Después de Dubai, el que fue Rey Nuestro Señor y aún señorea lo suyo eméritamente, hubiera logrado esas mismas  fortunas bribonas  o esos «saltos de cama» si no tuviera detrás una institución monárquica que le empodera, sombrea e inmuniza con toda su corte de intereses y arrimados empresarios que pagan trenes de vida o sus morteradas al Fisco?... ay, pardalín.

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