Dos faldas, dos
Por ser las sotanas unas faldas después de todo, pero con botones de arriba a abajo o de abajo a arriba como en la galana de la Sobarriba o la Sobabajo, sobran en esta España chirigotas populares y anticlericales a lo largo de los siglos motejando por femenina la vestimenta de los clérigos y lo poco fiables que por ello resultan estos (curiosamente hoy se ven más sotanas en el alto clero que entre la tropa ordenada y hasta ya es casualidad ver a un eterno párroco rural con ella).
El obispo de Solsona, obligado a menudo a la sotana, sigue en bocas de la perpleja feligresía que se hace cruces y estupores. Aunque su sotana es más de ceremonia que traje de a diario, todo indica que la colgará tras conocerse su episodio amoroso con una escritora erótico-satánica («no colgó la sotana, sólo se la arremangó», decía un chiste malo)... con lo que aquí tenemos, pues, una historia de dos faldas, dos: la una, talar; la otra, midi o mini... la una, sobre calzones; la otra, sobre bragas... la una huele a alcanfor; la otra, a chanelcinco o azufre luciferino, según el día. Y aquí podría escribirse, pues, la historia de «dos géneros distintos y una sola falda verdadera»... un misterio, sí, pero fácilmente resoluble: el amor, al contrario que Dios, siempre escribe torcido sobre reglones rectos... y ahí no mandan ni dogmas ni razones... el amor atrapa sin más... y si es de ley, esclaviza.
Las burlas y choteo que ha destado el episodio de este obispo se doblan entre la españolidad que votó a bríos al verle en su independentismo altisonante de catalanismo trabucaire o aquellas campañas que apoyaba para convertir a los homosexuales a la vía natural, por no decir vía vaginal en la que él ha descubierto ahora un Mediterráneo gustosito. Pero en todo caso merece consideración por su sinceridad en los amoríos renunciando a lo que parecía una prometedora carrera entre los príncipes de la Iglesia. ¿Qué debió hacer?, ¿secretear su pasión carnal y seguir en su teatro como a lo largo de la historia de la Iglesia vinieron haciendo tantísimos purpurados con sus barraganas... o sus pueri cantores?