Diario de León

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Dicen algunos rivales que les exaspera todo ese ritual maniático de Rafa Nadal antes de sacar, desde las botellitas en la silla de descanso que recoloca orientadas al milímetro a los eternos atuses y peloteos antes de decidirse a sacar apurando el tiempo y ganándose a veces del árbitro ese «aviso» que llaman «warning» los locutores españoles y no sé por qué.  

La verdad es que Nadal agota todo el tiempo permitido en sus largas liturgias. A saber: pide toalla, se seca a modo, después pide pelotas, siempre tres para tomarse un tiempo en descartar una, mete otra en el bolsillo fijándola bien al fondo (si se le cayera jugando el punto, lo perdería) y comienza a botar la elegida con la raqueta mientras inicia a la vez su escrupulosa ceremonia: se saca el calzoncillo del culo, acto seguido lleva esa mano a pinzar/estirar la camiseta en el hombro izquierdo y después en el derecho, se toca la nariz, repasa la ceja izquierda hasta alisar la oreja como escondiendo el pelo, vuelve a tocarse la nariz y repite lo mismo con su ceja y oreja derecha y, por fin, se decide a sacar tras pelotear -ahora con la mano- nunca menos de cinco veces y hasta diez. Si el partido se juega sobre tierra, todo ese rito tiene prólogo: camina haciendo una ele hasta el punto de saque, barre con la zapatilla la línea, se sacude con la raqueta la tierra de la zapatilla izquierda y después la derecha, siempre en este orden... y al fin, saca... pero si falla, repetirá en su segundo servicio todo el repasito sin saltarse un paso... ¡así en cada saque!... de modo que si tiene delante un rival nerviosito o apremiado, es normal que bufe, le maldiga y pida al juez de silla que dicte horca o calambrazo.  

Toni Nadal alega que ya intentó en su día que su sobrino eliminara al menos lo de sacarse el calzoncillo; y que fue imposible. Octavito cree entonces que, siendo manía contumaz, debería obligarle al menos a variar el orden de esos tics, pues llevarse la mano al culo y sin más a la nariz no queda fino; y perfumar después cejas y orejas con esos dedos, menos... más fácil, Toni: que no se ponga calzoncillos y ya está.

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