Diario de León

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Teníamos ganas de ver en el púlpito de oradores a la señora o señorita Díaz Ayuso ganándose una investidura como presidenta de Madrid que ya llegaba ganada tras muchas noches de trastienda, carajo y carajillo con sus dos socios rumbosos: les situayans de corbata roja (¿salía Aguado de alguna junta de accionistas del Banco Santander donde todos llevan corbata roja por insignia?) y los subidos a la chepa popular, los voxeadores (tan de blanco ella y tan blanqueados los demás), así que la sesión sobraba, pero no el parlamentarismo, menos mal, la exposición pública y solemne de principios y gobiernos, de ideas y medidas, esa quintaesencia ceremonial que resume la entraña de la democracia.  

Teníamos ganas de verlo por conocer la envoltura y la desenvoltura de la aspiranta que se estrenaba ahí como primera espada de una corrida donde los aplausos van de pasodoble a la faena.  

De la envoltura ya se han ocupado redes y medios (pordiós, Isabel, con ese pantalonazo de vuelos que me llevabas se lo has puesto a huevo; y como esto de la ropa no es casual y todo el mundo habla de ella o la escruta, tuviste que repensar mucho qué vestirías en esta solemnidad, el modelito es el mensaje; y si tú elegiste ese, ¿no fue por dejar claro quién llevará los pantalones en este negocio que tanto se parece a un billar a tres «bandas»?); así que la mofa corrió que se las peló. De su desenvoltura salimos sin embargo sorprendidos. La señora se desenvuelve, aunque tiene que leer lo que le escriben (se lo recordó Errejón), pero sin papeles también tiene recursos de buena parlanchina sin abandonar nunca una mirada que va de la suficiencia jocosilla al desprecio insolente, al asquito. Y todo ello en tono carrete, sin altisonar, como recitando de memoria un tema en oposición. Fuera del guión flaquea y se repite ad nauseam; o se descompone ante la talla oratoria de Errejón acusándole de machista y además, diosmío, ¡de intelectual! (¿lo superará Errejón?), demostrando así que aquí aún bulle y vocea una España a la que ofende la inteligencia, si es que no la cree delito.

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