Diario de León

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C amino de las cien mil firmas van en el cesto de un  change.org  sumándose al ruego  No permitan a Jeff Bezos regresar a la Tierra , iniciado por un tal Ric G. en Miami hace veinte días. Y crecen ahí los odiadores o, cuando menos, los gamberros sin tanta intención carnicera. Ese Bezos, bimillonario inventor del expansivo  Amazon  jodetiendas, ha organizado un vuelo estrosférico con una nave de ida y vuelta para el mes de julio con su empresa aeronáutica  Blue Origin  y en el que irá con su hermano Mark y otro acompañante que en subasta tuvo que pagar por el billete 28 millones de dólares, pura ganga por pasar solo quince minutos en la ingravidez celestial, sensación que te da aquí abajo, sin embargo, cualquier simulador de 50 centavos la entrada. Queda patente, pues, que lo único que en realidad buscan ahí -y no confiesan- es sentirse como Dios en las alturas, pues dioses son... o así les rezan... y de ese modo se lo van creyendo... ¡cómo no lucirlo entonces!...

¡Que no vuelva, que siga Bezos ahí o más allá y monte una red comercial interestelar, lo suyo! , comentan y repican esos lavaderos de las redes donde va cualquiera que busca poner a escurrir algo o, mejor, a alguien. Y otro dice:  Si pueden enviar a un billonario a Marte, ¿por qué no se llevan a todos allí? ... el derrotero injurioso quedó servido.

¿Hay más odiadores que nunca?, ¿se reproducen por esporas?... es la sensación, pero dice Pierre Lévy, filósofo y escritor, padre de la reveladora teoría de la  Inteligencia ColectivaAunque muchos no lo crean, ya éramos muy malos antes de que existiera internet . «Cierto, cree Sócrates, pero el problema hoy es el número, pues ya cada tonto tiene su lápiz, el narciso su caja de colores  fake  y el cabrón un pistolón cagasentencias con curare en la punta; hoy lo llamaríais  guapear odiando , oponiéndose a, alineando con, masacrando al otro, ¿será por balas?». Y Peláez añade: la rabia ya es bella, la rabiada sociedad se tatúa  hate  en la picha, lo superficial es confortable y la falta de empatía nos despeja todo sentimiento de culpa o de vergüenza.

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