Diario de León

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Creo que así te llaman en esa finca urbana de Miami, Panchito, donde haces de todo: limpias la piscina, cuidas lo verde, sacas la basura y los perros a horas distintas, haces recados y hasta le petroleas el carro al señor. En realidad te llamas Ricardo y lo de Panchito es ese mote con deje para todo hispano (perdón, latino, no te ofendas), pero que te ha ido pareciendo incluso simpático y cariñoso salvo si lo grita la señora con su típico timbre de corneja en toque a generala.

Te escribo estas letras sin acabar de saber si ha ganado Biden o Trump en vuestro lío electoral, asunto en el que ardes en impaciencia, porque tú votas hasta pregonando el voto. Al contrario de tu padre, que huyó de la Cuba revolucionada, no tuviste que desesperar infinito ni trabajarte la nacionalidad, así que ya te dices norteamericano como de toda la vida y por eso has votado al candidato que crees más norteamericano y patriota de ideas claras, cuya propaganda has pegado en la valla de esa casa barata tuya con dos cuartas de hierba por delante y un estrecho corralito por detrás que parece un trastero, pero en el que cabe también una piscinita hinchable para los críos y una barbacoa, esas dos señas patrias para saber que estás en el camino de la prosperidad (preciosa foto la que has colgado con toda la familia ahí achicharrando salchichas y costillas; normal que tus hijos luzcan redonditos como bolos, da gloria verlos apuntando a esa obesidad mórbida que tanto se ve en quienes fueron un día hijos flacos del hambre). Y lo que no podía faltar en el porche de tu casita es la bandera americana, es tu grito de trapo para dejar bien clara tu fe en la tierra prometida donde ya eres uno más, aunque te vean aún como uno menos. Por eso votaste a Trump. Y crees que ganará, aunque le roben la victoria las fuerzas oscuras. Y le votaste, dices, para impedir que se cuele ahí el comunismo... y más emigrantes que, como ya se sabe, vienen solo a robar, violar o traficar. Y lo dices como hijo de emigrante. Lógico que la mitad de tus parientes no te hable; aún no entiendes lo de «tonto útil».

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