Diario de León

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Hay pocas palabras más bellas en la historia de la humanidad que insumisión. Habla de gente que avanzó gracias a no someterse a ataduras, dictados o esclavitudes de lo obsoleto, pioneros tantas veces que nos abrieron senda a los demás. Aunque bien pensado, también es una palabra terrible cuando se trata de insometerse a la ley que se da el común, lo más sagrado, y entonces se pudre la bella insumisión y hay que hablar de rebelión, insurrección, levantamiento... o alzamiento, palabra con la que sueña el que padece disfunción eréctil tanto como el patriotero nostálgico y trabucaire. Entonces, ¿cómo llamar al plante de Ayuso para no bajar el aire de Madrid ni esos sus aires de Agustina cañonera: alzamiento o rebelión?...

España -y toda Europa y más allá- está en emergencia energética, se quiera o no, sea cierta o exagerada. A ver, ¡emergencia! Y toda emergencia pide ponerse en prevencíon, apretar esfínteres y encarar la fatalidad. Pero España se baña ahora mismo en discusiones estériles sobre las medidas decretadas por Moncloa para ahorrar candela. Empieza a hartar tanta bronca política. Y tan redundante. Gran filón es este tema siendo agosto de mucho sofoco y sed. No dejan de soplarse a la nuca aires acondicionados y odios incondicionales. Y lo más triste es que tocristo, del ingeniero al cantinero, tiene opinión propia y gran conocimiento en este tema, así que media España, convencida o a disgusto, empezó ayer a acatar cambios en hábitos y confort mientras la otra media simplemente se caga en Sánchez y se proclama insumisa sacando pecho y banderín y, siempre que pueda, boicotendo. ¡Paíssss! Italia y Portugal han decretado medidas similares, ahí el calor aprieta como aquí, y no están gastando el tiempo en estos trincherismos. Una emergencia tan acuciante como esta exige ahorrar ya, prevenir, reservar... y si no se hace sin dilación, nos lo decretará Europa en pleno invierno, «dígalo Agamenón o su porquero». País idiota. Cuando empezó la pandemia hicimos lo mismo. Divirtámonos ahora un rato con el ahorro energético: ¿insumisión?...

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