Diario de León

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Ala puerta llaman y, antes de abrir la carta que ahí llega, el mensaje ya está dicho en quien lo lleva, un suboficial oficinista y un policía militar. En tiempo de guerra eso solo significa que el hijo de aquella casa murió en el frente. Esto lo sabemos por las películas, ya que todas nuestras guerras han sido solo películas y teleconflictos lejanos o exóticos de los que nos daba cuenta un corresponsal más pupas que atrevido y tirado a lo costumbrista para no salir del hotel en retaguardia. Pero en esta otra guerra que dicen, guerra de escafandras y distancias profilácticas, las bajas no se comunican con la vieja formalidad y se convierten en un anónimo aviso telefónico:  lamentamos comunicarle que   su pariente ha fallecido y que ya pueden pasar a recogerlo... o directamente se lo incineramos .

Pero esto no es ninguna guerra ni en modo alguno se le parece. ¿Por qué quieren llamarlo así cuando solo es cecina y ganado viejo desfilando al matadero más cercano con algún ternero intercalado para meter susto a la insensata peña joven que perfectamente se jugaría aquí mismo un contagio en un botellón, seguros de superar el resfriado?  En esta guerra puede morir cualquiera , insiste la autoridad. Nadie lo duda, pero unos más que otros, majestá. Como en toda guerra, ricos y poderosos libran mucho más holgadamente. Qué poco se parecen la angustia de uno que vive en un piso de La Serna y la del rey de Tailandia que se vino a sufrir su cuarentena a los Alpes con veinte concubinas, esto es: subiendo río arriba a la montaña, que es el nacer (y el monte de Venus, aún más) y llevando la contraria a las coplas de Jorge Manrique:  Nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar, que es el morir ... destino de toda gota, la mar morir, la mar salada, el mar (« el mar, la mar, qué bello tema para hablar: participe en los concursos literarios de la Virgen del Carmen »... todo confinamiento engendra escritores... y la razón, monstruos... atadlos).

En fin, don Antonio, vaya dándonos usted la entrada: « Si la muerte pisa mi huerto, ¿quién firmará que he muerto de muerte natural? »...

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