Diario de León

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Para darse con un canto en los dientes vienen dos noticias arreando perplejidad: Una, el reciente premier británico Rishi Sunak ha decretado reabrir minas de carbón para paliar carencias energéticas y sulfurar al ecologismo y a lo acordado... y dos, España tiene que comprar leche a Francia porque aquí no se produce la suficiente, sometiéndonos al emporio lácteo que los franceses tienen apalancado como los gallitos de la política agraria europea desde sus principios comunitarios... lo que lleva a concluir que aquí dejamos pasar alegremente el carbón a blanco y la leche a negro , feo paisaje que dió un empujón más a la despoblación y a esta situación «in albis» en que nos va dejando la falta de criterio o de cojones, seguramente las dos faltas a la vez... y en yunta... país de bueis.

Pero ya que estas minas jamás se reabrirían (dinamitamos a la puta carrera las térmicas que pedían ese carbón, lagarto, lagarto), ¿cabría reabrir cuadras y modestas explotaciones familiares para no despilfarrar tanto pasto que ahí se muere?... ¿y habría un con quién?, ¿quedan brazos o ganas?, ¿volvería alguno de los que se fueron?, ¿quizá algún huído de la ciudad o de más lejos?... Porque hubo un tiempo en que -quien más, quien menos- cada vecino del pueblo solía tener una o dos vacas (compatible su leche con ser también tractor para aradas o acarreos), algunas ovejas que salían al campo en la vecera comunal, uno o dos cerdos en la cubil y un corral apañadito con sus gallinas y pollos, conejos y acaso algún pavo, todo lo cual constituía una despensa autárquica que dejaba sólo el pescado al vendedor ambulante; y más bien poco, pues en la montaña reducían el fresco a quince veces al año; el viejo cazurro sabía que el pez no trae calorías; es sólo agua, decía la señá Angelina. Y si eso, el chicharro de tino o escabeches ya reparaban el déficit; ah, y la latina de sardinas... En fin, que vine a decir aquí que la leche fue en León un recurso clave de la economía rural y ahí se veían cántaras y lecheras al borde de toda carretera esperando el camión de la recogida. Permítanme la nostalgia.

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