Diario de León

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Ya es mucha gente la que reguerea a curiosearle las tripas al nuevo Hostal de San Marcos (me resisto a lo de  parador , suena al agente que te obliga a parar en aduanas o en estas colas a que nos fuerzan hoy,  quieto ahí parao ). Lo de este Hostal fue siempre un  quieto ahí pasmao  por lo que asombra esta joya, pero hoy ya es un  quieto ahí alucinao  ante un sopetón de catapún con su puntito de espanto en la remodelación interior... y me insisten en reflejar aquí su parecer, su impresión impresionada... ¡esa recepción, diosmío!, ¡esa cafetería, virgensanta!, ¡esa decoración chiripitifláutica, cagonrós!, ¡ese vaciado, malandrines!, ¡ese diseño de pasillos y habitaciones tan vulgar por quererlo tan actual, maldición!...

Han conseguido, dicen, que algo tan singular e irrepetible como un conventazo monumental casa madre de la Orden de Santiago parezca por dentro al fin un otro NH o AC de esos que abusan de tendencias, cristalón lechoso, metal a troche y lo liso a moche -no por pretencioso menos barato-, absurda lisura dictadora hoy en arquitecturas punteras. Lo que han hecho ahí, de tan déjà vu que va, entra insolente y bien ancho en la categoría de lo vulgar confirmando que  todo lo que no es tradición es plagio ... ¿vulgaridad dentro de una singularidad única del plateresco?, ¿qué puto diálogo es ese?... Imagina, me dicen, la cara de los arquitectos que lo proyectaron al ver que otros colegas se cagan hoy en su estampa... o los que lo hicieron hostal, también con su fechoría. Resumido: entrar en un monumento nacional ofertado en  gran lujo  que promete tanto por fuera para encontrarse eso después es invitar al chasco, como mínimo, o a la blasfemia yo... y tanta millonada echa tufillo de manirrotos y de «no había necesidad».

En los 60, San Marcos daba las hostias en la cuenta y por eso Antonio de Lama lo bautizó como  Hostial , pero es que hoy te las dan también en los ojos atónitos y perplejos. Además, a no poca gente de modelnez y fosforito les chifla eso y, entonces, es la realidad la que también te ahostia: lo vulgar dicta... y ya toda esta vida es hostial.

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