Diario de León

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Hay un programa en la tele del que ningún marujo quiere confesarse seguidor (ahí va lo de disculpatio non petita ); y que lo haga Isabel Coixet con su entusiasmo invita cuando menos a ojeada (de la Coixet se fía uno, no es nada tonta). Hablamos de First Dates , un programa componedor y alcahuete con todas las letras, muy Celestino él cambiando los filtros de amor por unos menús de restaurante de tramoya en los que nunca se ve un solo plato de la suculenta gastronomía española, sino pijaínas, quinoas, pequeñeces y plamplinas firulís de cocina requetepija. Y sí, es Celestino al urdir el primer encuentro entre gentes que buscan pareja, relación con el otro sexo, con el mismo sexo, con el sexo de la acera de allá, con el sexo sin género, el bisexo, el tontisexo loco, el sexo teñido, el polisexo, el sexo mamón... en fin, una representación de las diferentes opciones de pareja de hoy y cuya ennumeración nos robaría aquí más espacio que una lista de reyes godos.

Todo lo cual ha llevado a algunos a calificarlo como el más inclusivo de la tele española , o sea, el que mejor integra y visualiza esas realidades humanas que están ahí y no quieren verse o se marginan o se ridiculizan o directamente se condenan por aberrantes para algunos. Y está bien que se conozcan, pero como la tele se basa en dar espectáculo que avale continuidad y negocio, parece que First Dates lo encuentra dando una especial presencia y espacio a lo rarito, estrafalario o sorprendente; se trata de no defraudar con asombros nuevos al espectador que muy bien puede llegar a la conclusión de que medio país es así aunque él no alcance a verlo siquiera de refilón en su barrio. Y es bueno que todos lo vean y se reconozca una realidad en este programa que tiene también no poco de guión y teatrillo, pero si lo marginal o minoritario se exagera y acapara un tiempo, espacio o recursos que no son proporcionales a su dimensión social, lo inclusivo acaba siendo invasivo, si no dictadura, con lo que el retrato social de la realidad española que se pretende tiene, cuando menos, tanto de falsete como esparaván.

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