Diario de León

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 Dijo anteayer: «Entiendo que no le guste a alguien, y que se me odie. Llevo peor el halago, me da apuro, me paraliza, quiero desaparecer». Iñaki Gabilondo no ha dejado de agrandar su talla en su larga carrera de sesenta años y la hizo aún más grande cuando decidió hace pocos días dejar de ponerle voz diaria a la noticia y la opinión. Más que cansancio, pareció hartazgo. ¿Cuándo comenzó a indigestarse?, le preguntaron: Cuando percibí que las palabras no sirven como elemento de comunicación y de entendimiento, sino de confrontación estéril. Empezó con ETA, siguió con el tema catalán y, en la pandemia, llegó el factor final de lo obsceno. ¿Tampoco en esto vamos a poner nada en común? No lo asumo.

Tremenda conclusión y sinceridad demoledora: las palabras no sirven. Además, estamos sordos de tanto griterío. querido Iñaki. Fuera palabras. Si la gente se pone nerviosa y no halla explicación a lo que pasa fuera o le hurga dentro, las palabras solo le sirven para tacos de escopeta y así gustan mucho hoy las palabras que disparan a exterminar lo otro o al otro; son también muy populares las tuitpedradas que entretienen y engordan las iras de la masa con esos chistes tan buenos que colgaba Trump o los digodiegos de Podemos. Hoy todo el mundo bota, se rebota y lo rebota... ¿es que somos solo ecos?... lo somos... los dueños de las palabras son siempre otros y las ponen en circulación como quien emite moneda o chocolate para loros... estéril pasión, mandan más las emociones que las razones, eficaz simpleza política... ¡cómo no entenderte, Iñaki, maestro!... cansa lo simple, harta este no pensar, el oponer... y el estorbar.

Por si fuera poco que las palabras no sirvan, imagina ese ansia creciente por recortarlas. Nos lo recordaba ayer El Roto en El País con un oso fosco ante un micrófono y la leyenda LIBERTAD DE EXPRESIÓN: El que no tenga nada que decir, no tiene nada que temer.

Aunque a lo peor así se explica también la tranquila jeta con que roba foco tanto político que no tiene nada que decir. Vagueando el concepto nadie le acusará de equivocarse. Cree .

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