Diario de León

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Resumiendo: León, año 1767; se queja y rabia la ciudad de que el único puente que le une por el sur con el mundo, sus gentes y mercancías está hecho una mierda, dicho pronto; es viejo, le faltan tramos devorados por las riadas que se sustituyen con poste y tablero enramado con tierra; y entonces decide el Estado -reina Carolo III- hacer uno nuevo aguas abajo; el sentido común y la ciudad lo exigen, su nuevo ancho incrementará el comercio entre las Castillas y Asturias obligadas a pasar por aquí, es el  Ave  del siglo XVIII, la ciudad ganará infinito... pero en estas, el alcalde de León (que Alá confunda), notablemente contrariado, se opone por todos los medios al puente proyectado y promete impedirlo o prohibir su construcción... con un par... ¿los tenía?... él no más grandes que aceitunas, pues aquí era solo  vicario , pero el obispo vaya que sí, como los del cura de Villalpando, que « los llevan cuatro bueyes y van sudando ».

Y es que hacer un nuevo puente macizo, chulo a rabiar y el doble de ancho evitando estrangular tráficos y acarreos no le venía nada bien a la mitra legionense que se acazurró en sus trece revolviendo Roma con Santiago para convencer a todos que era mejor reparar el puente viejo que hacer uno nuevo que le costaría contribuciones especiales a todas las poblaciones en un radio de 30 leguas, así que llamó al alcalde a palacio y le puso las pilas (después de todo, la Iglesia era el primer capital de la ciudad al ser dueña de dos tercios de la propiedad urbana): «ingénieselas, regidor, pero el puente no se hace»; de modo que arriba se vino el burgomaestre echando las patas por delan6te y avergonzando a la razón, aunque de nada le valieron politiqueos y bravuconerías; el puente se haría... y se hizo.

¿Y por qué un obispo se oponía a un puente civil e inexcusable en una ciudad atrasada y pueblón como León?, ¿le parecía obra del diablo?... No preguntes, desde el s. XIV solo el obispado cobraba el pontazgo por cruzar el viejo, igual que cobró tasas por la sal, la caza, el vino, la carne... (y al poco media España acabó rezando a san Mendizábal).

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