Diario de León

Para ser adorable

CORNADA DE LOBO | Vino a León en sus 84 para estar de nuevo 'Cinco horas con Mario' y nos dio un gran susto desvaneciendo su entereza sobre unas tablas que, aun así, seguirán siendo su vida

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Todo el mundo tiene en la deprimente adolescencia actores de quienes secretamente se enamora. Gracias a ellos se puede cruzar mejor la enfermiza melancolía de esa edad o soñar lo inconfesable. Pero siempre había uno o una por encima de las demás adoraciones, lo que llamaríamos «el ídolo» o «la diosa». En mi infancia, Marilyn lo petaba, Jane Mansfield desbordaba escotes y, por racial o mediterránea, Sofía Loren ahí se erguía, aunque no sé si debo confesar que fue Doris Day mi oscuro deseo, modosita picardías ella, jovial, la americana ideal de cuello alto que convertía cada dramón en risueña melodía.

Las chicas de entonces se colaban por Rock Hudson, Marlon Brando o James Dean (Paul Newman o Robert Redford aún se horneaban), aunque siempre acababan adorando la serena madurez de Gary Cooper o William Holden por no tener resuelto ni bien ni mal su complejo de Electra. Pero ningún galán español residía en su sueño rosa o húmedo. Y nuestras diosas de la época eran extranjeras, no había producto nacional señalado, se ceñía a comedias o folklores y faltaban años para el destape que socavaría los pilares morales de una España retaca y seminarista, aquella de películas para mayores, con reparos... o gravemente peligrosas, aún después de censuradas.

Sin embargo, en los 60, amanecía su natural candor en Estudio 1 de TVE una actriz vallisoletana que me rindió para siempre, me encandiló su gran talla de mujer menuda y alma de amor trágico. Todo en ella la hacía adorable: su faz de inocencia, su mirada achinada al sonreír (eso natural y seductor en una miope de corazón limpio), el amoroso eco nasal en su dicción (la sinusitis da un algo de sincera candidez) y una verosimilitud en todos sus papeles. Lo tenía todo para ser adorable y sesenta años después lo sigue teniendo sin perder un ápice de encantamiento. Hablo de Lola Herrera , que vino a León en sus 84 para estar de nuevo Cinco horas con Mario y nos dio un gran susto desvaneciendo su entereza sobre unas tablas que, aun así, seguirán siendo su vida.

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