Diario de León

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Celebra por segunda vez el País Vasco, Navarra y la vasconia francesa o Iparralde, del 20 de noviembre al 4 de diciembre, unas jornadas de exaltación y promoción del euskera bajo el lema Euskaraldia (lengua vasca) con la intención de excitar «un ejercicio social masivo para cambiar los hábitos lingüísticos», campaña a la que hay que apuntarse (147.000 lo hicieron este año; y el censo vasco, 2.178.000), buscándose comprometer a entidades, sociedades, colectivos o empresas para que en estos días se use solo el euskera en las relaciones sociales, en los tajos o en cualquier otra actividad, a cuyo efecto llevará la gente petada en la solapa una chapa que indica que habla esa lengua o, en su defecto, otra chapa que asegura que lo entiende, aunque no lo hable (ponte chapa, Manolín, porque el Imanol con que te bautizaron ya no camufla tanto al maketo que llevas dentro heredado de tu padre; y si te preguntan, haz señas de que no debes hablar para no difundir el virus en esta pandemia... de individualidades, diferencias o superioridades).

La lengua vasca aún exige estos ímprobos esfuerzos disparados con pólvora del rey (vasco) porque cincuenta años intensivos de ikastola, de dispendio en protección pública y dos generaciones que ya mamaron ahí la esencia y la doctrina vascuence, no dan los frutos perseguidos: hacer hegemónica la lengua propia, bandera principal de toda nación prometida (república, dice Otegi). Así, el 74% de los vascos solo usa el castellano en casa; el euskera, un 13% e indistintamente los dos un 7%. Si la lengua verdadera de uno es la que mama de la madre y la familia... ¿Y por qué será que Iparralde, pays basque francais, pasa del proselitismo del euskera y solo hay allí un 2% de todos los apuntados a este Euskaraldia?

En fin, aquí nos tocará esperar el día en que los leonesismos rampantes, que nacen copiando a esos imperios, impongan esto de la chapa, aunque aquí el lío vendrá al necesitarse lo menos tres u más, según se hable el lleunés normatíu, el llionés arcaicu, el lleounés montesinu... ay, cuánta chapa.

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