Diario de León

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Algo serio, pero muy serio, debe estarles ocurriendo a todos los de esta casa y me pongo a anotar todas sus rarezas por si mañana alguien pierde la memoria o piensa que fue un delirio mío. Llevo con ellos una vida, siete años ya, y jamás pude imaginar que hagan lo que estoy viendo: ahora se quedan todo el tiempo en casa conmigo, todos, y eso nunca lo vi, casi me asusta, aunque es una novedad que me entretiene y me halaga. Están todo el día en casa. Por la mañana sale un rato Araceli, la jefa, que vuelve con bolsas, y algún día también sale Carlos, el jefe, que a la chita callando se va en coche al chabolo que tiene aquí cerca.

Ayer vino algo serio, morro fruncido, y apostaría que al fin le han puesto multa los de la UME y no se atreverá a comentarlo con su mujer para que no le monte un tribunal en el pasillo, pues se lo tiene muy repetido: no vayas a Arcahueja, que no tienes necesidad y te la juegas. Y después están Carlitos y Arancha, en edad peligrosa los dos, que también salen a tomar el aire un rato y hay días que hasta cuatro y cinco veces, pero ahora siempre me llevan con ellos, siempre, aunque con una vez me baste y me resista si me obligan a repetir la excursión de vuelta y media a la manzana, qué pesados y qué raro, si hasta ahora solo lo veían como un engorro y discutían o se las ingeniaban para no tener que sacarme.

Pero salvo esos momentos, el resto de la jornada casi es ideal entre el salón y la pequeña terraza con dos jardineras que el sol visita de dos a cinco de la tarde. Vemos tele todo el día y, si no, la tablet y, si no, el ordenata y, si no, el móvil. En las guerras por el sofá -las hay siempre que el jefe se esfuma o se duerme en el baño de los secretos- nadie me arrebata mi región, situada en el reposabrazos norte por lo general. Cuando los chavales se aburren, juegan a incordiarme, pero les engaño haciendo ver que me disgusta y me pongo panza arriba y pataleo para que así redoblen su insistencia y me rasquen bien la barriga merodeando lo genital, que es lo que más nos gusta a los perros. Y no me riñáis is os digo algo sobre la cuarentena... que siga.

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