Diario de León

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En un lugar de este León cuyo nombre no diré (León cazurro con sus tribus  pies negros,  así llamados por haberse pasado la vida pisando carbonilla, uvas o ceniza de monte), hay una pareja de vuelta al pueblo de sus abuelos donde, por ahora, solo se dedican a hacer averiguaciones a saltos de finde o en vacaciones esperando que les venga un día el plantarse y hacer nido allí seguros de encontrar el futuro que como licenciados en Agrícolas les niega hoy la ciudad. Nada de teletrabajo o modas efímeras a la sombra de ayuditas. Lo suyo es azadón y horticultura, terquedad personal. Ensayan la recuperación de viejas legumbres y frutas explorando cruces o injertos (tienen fijación con las manzanas  morro de liebre  y las peras  muslo de dama ) o ensayando cultivos nuevos como hicieron hace tres años con la quinoa y con resultados francamente admirables, cultivo andino que se siente en casa en ese pueblo a casi mil metros de altitud.

Su viejo huerto es un laboratorio con alguna instalación invernal, espalderas y pergolillas. Ahí recuperan, por ejemplo, una patata que en esta montaña llamaron  victoriana , reclamando un chef de Valladolid en exclusiva su pequeña producción por la cremosidad que la hace única. O exploran el cultivo del arándano local -quitallá ese gordón inflado que viene de Marruecos- con altas matas que hoy les dan por la tetilla. Pero sus cuadernos se llenan de notas sobre las doce variedades de marijuana que llevan explorando los últimos años. Ensayan su cultivo, injertan, cruzan pólenes y esperan dar con la variedad definitiva o híbrida que agrande ese suelo y clima. Están seguros de que no tardando su cultivo será legal aquí y no solo con fines médicos, tal y como sucede en tantos países que nos adelantan en la industria y el comercio que vienen con esta planta. Pero lamentan que sindicatos agrarios, ministerios o universidades no estén en estas averiguaciones cuando se trata de las santas marías que redimirían en algo este campo descreído y en fuga. En fin, al menos esta pareja ya lleva su ventaja y hasta estaría en su derecho a no compartirla.

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